Un sacerdote misionero y experto en la Iglesia Católica en China analiza detalladamente el acuerdo provisional que la Santa Sede y el país asiático han firmado el sábado 22 de septiembre y que ha generado diversas reacciones entre los católicos de todo el mundo.
El P. Bernardo Cervellera, editor de la agencia de noticias Asia News, un Proyecto del Pontificio Instituto para las Misiones Extranjeras (PIME), explica el acuerdo que tiene como uno de sus principales críticos al Obispo Emérito de Hong Kong, Cardenal Joseph Zen Ze-kiun, quien dijo en enero de este año que “el Vaticano está vendiendo la Iglesia Católica en China”.
La Oficina de Prensa de la Santa Sede anunció el acuerdo provisional el 22 de septiembre. En un comunicado, indicó que el Papa Francisco también “ha decidido readmitir en la plena comunión eclesial a los Obispos ‘oficiales’ ordenados sin mandato pontificio” que todavía no estaban en comunión con Roma, siete en total más uno fallecido en enero de 2017.
Por su parte, en un comunicado difundido este lunes 24 de septiembre, la Asociación Patriótica Católica China y el Consejo de Obispos de la Iglesia de China –dos organismos no reconocidos por el Vaticano– señalaron que la Iglesia en el país asiático “continuará funcionando de manera independiente. Amamos al país y a la Iglesia, llevaremos adelante el principio de la independencia y el concepto de sinización de la religión, permaneciendo en la senda que conduce a la sociedad socialista”.
En su artículo titulado “El acuerdo China-Vaticano: algún paso positivo, pero sin olvidar a los mártires” publicado hoy en Asia News, el P. Cervellera señala que “para los optimistas el acuerdo provisorio es ‘histórico’; para los pesimistas es el inicio del total mal vender la Iglesia al Partido” Comunista Chino.
“Entre los optimistas, el adjetivo ‘histórico’ fue usado hasta el hartazgo, olvidando que el acuerdo fue definido como ‘provisorio’, sujeto a ‘evaluaciones periódicas’ y que el mismo director de la Sala de Prensa habló de ‘inicio’ de ‘un proceso’ y no de su ‘fin’.
“Para los pesimistas, este es el inicio de una entrega total de la Iglesia china en manos del Estado que, como ya sucedió, hará lo que querrá, esto es: un instrumento del Partido y acusan al silencio sobre los sufrimientos que los católicos oficiales y no oficiales sufren desde hace 70 años”, escribe el sacerdote.
Tras señalar que el texto del acuerdo “no fue hecho público y no lo será”, el experto indica que tener al Papa reconocido por las autoridades chinas para el nombramiento de obispos, significa “al menos en el papel” el “fin de la Iglesia ‘independiente’ tan anunciada en todos estos años y el reconocimiento que el ligamen con el Papa es necesario también con un obispo chino para poder ejercitar su ministerio”.
“Según el acuerdo no será ya posible nombrar y consagrar a un obispo sin el mandato papal, aunque sí el gobierno o la asociación patriótica o el consejo de los obispos podrán proponer sus candidatos. Y esta es la parte optimista”, prosigue.
En cuanto a lo negativo, el P. Cervellera cuestiona: “¿Qué sucederá si el candidato propuesto por China no es aceptado por el Papa? Hasta ahora se habló de un poder de veto temporáneo del Pontífice: el Papa, debía dar las motivaciones sobre su rechazo dentro de 3 meses, pero si el gobierno evaluaba inconsistentes las motivaciones papales, habría continuado con el nombramiento y la ordenación de su candidato”.
“No conociéndose el texto del acuerdo, no sabemos si esta cláusula fue mantenida, si realmente el Pontífice tendrá la última palabra sobre los nombramientos y las ordenaciones o si en cambio su autoridad será sólo formal”, alerta.
El levantamiento de la excomunión
El P. Cervellera considera que esta fue una medida positiva “porque al menos, en principio, ayudará a los católicos chinos poder vivir más la unidad. Estos obispos excomulgados eran usados por la Asociación patriótica para dividir a la Iglesia, haciéndoles presenciar con la fuerza de la policía en las ceremonias de ordenaciones episcopales”.
“También hay que decir que diversos de ellos han realizado un camino de arrepentimiento y desde hace años piden la reconciliación con Roma. La eliminación de las excomuniones no forma parte del ‘paquete del acuerdo’, sino que es un gesto de la Iglesia, si bien –quizás con astucia un poco ingenua– fue dado el anuncio de la reconciliación el mismo día de la noticia sobre el acuerdo”.
Sin embargo, el sacerdote comenta que “entre los fieles chinos –parte de aquel ‘santo pueblo fiel de Dios’ que el Papa nos pide de escuchar– hay humillación y tristeza porque algunos de estos obispos reconciliados son conocidos por tener amantes e hijos y por ser ‘colaboracionistas’”.
Tras indicar como otro aspecto positivo que no se haya mencionado en el acuerdo provisorio el tema de Taiwán, estado con el que el Vaticano no ha tenido que romper relaciones para firmar el tratado, el sacerdote resalta sin embargo, que un aspecto “del todo negativo” es que ni en el acuerdo ni en la noticia se menciona “la persecución que los católicos y todos los cristianos están soportando en estos tiempos” en China.
“Como los testimonian tantas veces en las agencias, en nombre de la ‘sinización’, en China son quemadas y destruidas tantas cruces, tantas iglesias demolidas, se arrestan a los fieles y a los jóvenes menores de 18 años les está prohibida la participación a las funciones religiosas ni a la educación religiosa”, lamenta el experto.
“Además hay obispos y sacerdotes que están desaparecidos en manos de la policía; obispos que están en arrestos domiciliarios; obispos no oficiales considerados como criminales; controles de todo tipo de vida de las comunidades. A todo esto se agregan las persecuciones a las cuales son sometidas las otras comunidades religiosas (budistas, taoístas, musulmanas), que manifiestan la visión negativa que China tiene sobre las religiones y su proyecto de asimilarlas o destruirlas”.
El P. Cervellera analiza también el momento en que se dio a conocer la noticia: cuando en Vilna (Lituania) el Papa Francisco “recordaba el gran testimonio de los católicos lituanos bajo el comunismo, su resistencia y fe bajo las torturas, su ser semilla de una sociedad más libre y más acogedora”.
“También entonces los católicos discutían y se dividían entre la denuncia y la resistencia y la Ospolitik vaticana. Si se mira al acuerdo solo como una cosa negativa, entonces la memoria de los mártires lituanos podría dar pie a una interpretación de los ‘dos pesos y dos medidas’ en que la diplomacia a menudo actúa y es una toma de pelo a los sufrimientos de los cristianos chinos”.
Sin embargo, concluye el editor de Asia News, “si en el acuerdo, aunque provisorio, se ve un poquitito de positividad, entonces las celebraciones lituanas son un signo de esperanza: el comunismo, ‘el delirio de omnipotencia de aquellos que pretendían controlar todo’, no venció. Y esto hace esperar suceda también a China”.