“Habito en un país desconocido que es mi cuerpo vigilado por guardianes”

“Niños bautizados, los quiere la iglesia

niños con apellido, los quiere la familia

niños con sexo,

hombre o mujer

para seguir creando más niños.

Niños esclavos”

(Violeta Barrientos)

“El conservadurismo y el liberalismo han hecho un matrimonio y están intentando volver a la época de los reyes y a un Estado pre democrático”, analiza la poeta y activista feminista peruana y lgtb Violeta Barrientos. Ella se define como una feminista entre dos siglos, con una bicicleta que cruza su espalda en camisa y sus ojos que zigzaguean entre el verde y el gris, desde la lluvia porteña que la recibe para pensar la política levantando la vista al continente y repasando la historia para poder ver el futuro. Ella se define como una bisagra entre el feminismo del siglo pasado y el actual al que nombra “del resurgimiento”. También es poeta y su mirada sobre feminismo, fascismo y post política pinta el mapa regional de avance conservador en una raíz con nombre y apellido: Ronald Reagan y el avance evangélico a partir de los ochenta con la elección de Juan Pablo II y el destierro de los curas del tercer mundo con el fantasma del comunismo acechando desapariciones, violaciones a los derechos humanos y expulsión de curas de la opción de los pobres. El vacío territorial fue tomado por aleluyas enfáticos y cantos alegres en barrios en que la Iglesia fue desapareciendo o jugando de visitante y dejó crecer un fanatismos que reemplaza al Estado con diezmos y consignas embanderadas en “Con mis hijos, no”. Su pasado de trabajo en derechos humanos, desde Perú hasta Francia, quita la vista del piso o del puro presente y hace del pasado una continuidad histórica imprescindible para una perspectiva global del avance anti derechos y la reflexión sobre los desafíos de los feminismos que ella convoca a convertirse en punta de lanza de las resistencias.

–¿Por qué crees que en toda Latinoamérica el feminismo resurge con tanto interés para las más jóvenes?

–Después de los sesenta y setenta, la institucionalización de las políticas públicas, la proclamación de Naciones Unidas, se pensaba que ya se había conseguido todo y ahora las mujeres quieren más. En los noventa hubo una latencia en el momento de las políticas contra el sida porque los protagonistas eran los varones lgtbq. Las lesbianas decíamos: “¿Cuándo vamos a aparecer?”. Pero la pandemia del vih trajo una mirada sobre el cuerpo que derivó en los cuestionamientos queer al polo binario de lo masculino y lo femenino. Hay una mutación fuerte del género. Las feministas anteriores pedían la igualdad respecto al varón. Ahora nos interesa que no haya más mujeres, ni hombres, que no haya género. Ya no se quiere sexualidades periféricas y sexualidades centrales.

–¿Es fundamental ahora un feminismo decolonial y antirracista en un país con una historia y diversidad como la de Perú?

–El acceso a ciertos derechos está más cerca en algunos países que en otros. Hay lugares en donde ya los derechos están satisfechos. Hoy un gay de clase alta tiene todo logrado y termina discriminado por gay y quiere ese derecho como la cereza del pastel. Pero en Perú, durante el conflicto armado, a las campesinas se las violaba como animales, como objetos. Hay sujetos que son menos sujetos.

–¿Cómo continua la lucha por la justicia en el caso de las esterilizaciones forzadas durante la etapa del fujimorismo? ¿Cuál fue el rol del feminismo durante las ligaduras de trompas sin consentimiento en Perú?

–En Perú siempre hubo cuatro organizaciones no gubernamentales, pero no un movimiento. Cuando (Alberto) Fujimori llega al poder (en 1990) se aprovecha de la Conferencia de Beijing (1995) para quedar bien parado como presidente. Nadie sabía que él había hecho un cambio en la ley de población que decía que no podían ser usados como métodos anticonceptivos ni el aborto ni las esterilizaciones y saca las esterilizaciones para usarlas como métodos anticonceptivos.

–La anticoncepción quirúrgica es legítima. La violación a los derechos humanos fue usarla sin el consentimiento de las mujeres…

–Claro, eso sucedió antes de ir a Beijing y él invitó a varias feministas a su delegación oficial que aceptaron ir y ya en el 92 más de veinte personas fueron ejecutadas por un comando extra militar y el autogolpe de Fujimori. Ya se sabía que no era fiable. ¿A qué santo iban? Ellas decían que Fujimori no estaba con la Iglesia Católica porque decía que apoyaba la educación sexual. Pero no podemos pactar con alguien sin mirar el resto de la democracia porque hay gato encerrado. Las feministas pensaban que iban a hacer una campaña de anticonceptivos y no se imaginaron que se iba a tratar de esterilizaciones forzadas. Hubo torpeza política.

–¿Cómo evaluás la embestida en Lima y toda Latinoamérica de los grupos anti derechos, que hicieron una gran marcha el 15 de noviembre? ¿Qué representan estos grupos como amenaza contra la educación sexual y el aborto legal, pero también contra la democracia y el rol del Estado?

–La feminista Ángelica Motta muestra una foto de un bus que circula diciendo “No queremos familias democráticas, queremos familias de verdad”. El conservadurismo y el liberalismo han hecho un matrimonio y están intentando volver a la época de los reyes y a un Estado pre democrático. La meta del liberalismo es empequeñecer todo lo que se pueda al Estado. Y la perfecta alianza es con los sectores conservadores que quieren el retorno a Dios.

–¿Hay un fracaso del liberalismo económico con libertades sexuales? ¿La alianza ahora es entre liberales económicos y conservadores sexuales?

–Claro que sí. Eso conviene porque se elimina toda sospecha de comunismo, socialismo o de avance de derechos que quite libertades económicas. Porque el equilibrio sería una economía con derechos, pero la angurria en lo económico estamos viendo que ya las comunidades nacionales dejen de tener sentido. A un peruano pobre no le interesa ya ser parte de Perú sino ganarse la vida en cualquier parte aunque sea un paria. Por eso desaparece el sentimiento de comunidad y aparece la soledad del individuo y crecen los grupos religiosos.

–¿El avance del evangelismo se debe, en parte, a la sensación de comunidad?

–La gente de a pie da diezmos porque a cambio tiene servicios sociales muy concretos como que le cuiden a los niños y que el Estado debiera dar, pero no los da. La Iglesia es universal y la corporación más vieja del mundo.

–¿Cuál es el rol del feminismo?

–El feminismo y los movimientos anti racistas son la resistencia. Pero es difícil de articular por las diferencias entre países y entre los movimientos. Ese es nuestro reto.

–¿Ante el avance del evangelismo no hay que interpelar por mayor unidad o convocar a nuevos actores?

–Hay que tomar en cuenta que ahora somos la punta de lanza más peligrosa porque somos la clase más explotada, una mujer india, una mujer negra, es todavía más explotada, pero todas hemos dado horas de nuestra vida a nuestros padres, nuestros hijos, a los enfermos que hemos cuidado. Y porque somos el único grupo que ataca el tema de lo sexual y lo reproductivo. En la biopolítica eso es muy peligroso. Le dan en el ojo al fascismo. Las mujeres que desafían el rol asignado en la familia son un peligro. A ellos se les viene el mundo encima.

–¿Qué pasa con la Iglesia Católica?

–La Iglesia Católica es como una milicia: hombres uniformados, homofóbicos, que jamás le van a abrir la puerta a las mujeres.

–¿Qué es la post política?

–El contexto en el que vivimos: el fin del modelo socialista y el capitalismo. Esa polaridad terminó con la caída del bloque soviético. Hoy vivimos para pagar la tarjeta de crédito y los individuos pierden poder porque se caen los derechos que los amparaban. ¿Las feministas conscientes de las puntas de lanzas como pueden enfrentar estas corporaciones? El feminismo tiene que pensar en un fortalecimiento interno y eso implica depurar actitudes y tratar de lograr un piso crítico. No sé puede andar diciendo “vos no podés opinar porque sos burguesa y blanca”, pero tampoco permitir un feminismo soft a alguien que diga que cree en un feminismo evangélico y digan que la familia tiene que andar junta. Porque pueden rebautizar el feminismo y hablar de un feminismo conservador como ya paso en Estados Unidos.

–¿Cómo es la historia del avance evangélico?

–Jimmy Carter fue el primer presidente evangélico en Estados Unidos (de 1977 a 1981, por el Partido Demócrata). Le piden que no deje pasar el aborto. Y él dice que no porque la Constitución es laica y cree en la separación de la Iglesia y el Estado. Pero los evangélicos no lo apoyan en su relección y a (Ronald) Reagan. En ese momento se produce el matrimonio entre los evangélicos y conservadores. Reagan, en los ochenta, promueve una forma de acciones para promover a los predicadores en América Latina como una forma de contrarrestar el comunismo todavía durante la Guerra Fría. Cuando Juan Pablo II llega al poder todos los astros se conjugan porque él, como buen polaco católico (porque Stalin arrasó con Polonia) le declara la guerra al comunismo. A su vez, llega (Margaret) Teacher a Inglaterra y ya hay una triada haciendo el desmantelamiento del Estado de Bienestar. La opción socialista se hunde y crece el catolicismo conservador que promueve la salida de la teología de la liberación. En política cuando dejas un lugar vacío otro lo llena.

–¿Los evangélicos ocupan el lugar de los curas del tercer mundo?

–Exacto. En el Perú profundo antes había un católico de izquierda y ahora un evangélico de derecha.

–¿Cómo ves al feminismo joven?

–La diferencia es la forma de encarar el feminismo. En el siglo pasado el afán era tener los mismos derechos entre hombres y mujeres. El feminismo actual no quiere el concepto de varones y mujeres, sino que todo el mundo haga todo. No es un feminismo que aspira a ser iguales a los varones. Eso me esperanza mucho. En el feminismo de la igualdad quedabas atrapado en lo masculino y quedabas atrapada en la matriz del mundo creada por los hombres. Este feminismo de las hijas permite la formulación de un nuevo mundo. Ahora hay un feminismo de las hijas e hijos porque a los hombres los estamos interpelando para que sean autocríticos y desmonten ciertas características de la masculinidad que no pueden seguir ahí. Yo no soy muy amiga de declararle la guerra a los hombres. Pero ellos tienen que entender que el mundo debe ser formulado de otra manera.

–¿El neo fascismo quiere cooptar a los varones jóvenes?

–El feminismo tiene que contaminar a la masculinidad hegemónica y luego abortar a iniciativas totalitarias porque se oponen a la democracia.