Los cristianos marroquíes han pedido al Papa Francisco, en una carta enviada al Vaticano, que durante la próxima visita del pontífice a Rabat, el 30 y 31 de marzo, interceda por ellos para garantizar el derecho a practicar su fe en el país magrebí.
En una entrevista con Efe en Mohamedía (sur de Rabat), el presidente de la ilegal Coordinadora de Cristianos Marroquíes, Zuhair Dukali, muestra la carta enviada a Francisco, en la que se recoge su «aspiración a las libertades básicas de las que todavía estamos privados como cristianos marroquíes».
Dukali explica que se refieren a la libertad de culto público, el derecho a un matrimonio eclesiástico o civil y a los ritos funerarios cristianos, derechos de los que carecen.
Los cristianos también piden que se pueda dispensar a sus hijos de las clases de religión musulmana (materia obligatoria en la escuela marroquí) y que tengan la libertad de dar nombres bíblicos (y no islámicos) a sus hijos.
A pesar de la carta, Dukali se muestra pesimista: «Estamos contentos con la visita del Papa, pero no albergamos grandes esperanzas de que su viaje pueda cambiar nuestra situación como cristianos», se lamenta.
Según la Constitución marroquí, la religión oficial del país es el islam suní y únicamente se reconoce como minoría a la comunidad judía instalada desde hace siglos en el país.
Aunque Marruecos reconoce la libertad de culto y garantiza todos los derechos espirituales a los extranjeros residentes en su territorio, no admite conversiones de sus ciudadanos a otras religiones, como el cristianismo, ni siquiera a otras corrientes del islam (como el chiísmo).
El activista cristiano cree que la visita del Papa podría ser una oportunidad perfecta para «abrir un diálogo sincero (con las autoridades marroquíes) sobre las libertades religiosas» de los ciudadanos marroquíes.
Dukali exhortó al Papa a que sea consciente de que existen unos cristianos de nacionalidad y lengua marroquí, además de la comunidad de cristianos extranjeros residentes en el país magrebí.
Debido al carácter clandestino con que ejercen su fe en las llamadas «iglesias caseras», no existen estadísticas sobre los cristianos marroquíes, y las únicas cifras aproximativas son las que recoge el informe del Departamento de Estado de EEUU de 2017 sobre la libertad religiosa, que estima su número en entre 2.000 y 6.000 personas.
Dukali pidió el fin de esta clandestinidad e instó a las autoridades marroquíes a que no «ejerzan presiones» sobre las iglesias oficiales existentes en Marruecos (católica, ortodoxa, evangélica y anglicana) para disuadirles de acoger, catequizar, bautizar y casar a los marroquíes que se conviertan.
La ley marroquí solamente castiga, con hasta seis meses de cárcel, las actividades de proselitismo y no las conversiones en sí mismas.
Y en la misma línea se encuentra la iglesia católica en Marruecos, que también rechaza las actividades de proselitismo. En una reciente entrevista con Efe, el arzobispo de Rabat, el español Cristóbal López Romero, dijo que la iglesia no ha venido a Marruecos a «aumentar los efectivos» y que el cristianismo marroquí «es una cuestión interna de este pueblo, que tiene sus instituciones».
Pero junto a la prohibición legal del proselitismo se añade una gran reprobación social a cualquier ciudadano que cambie su fe musulmana.
«Mi padre hubiera preferido que fuera un drogadicto antes que un cristiano», relata Zuhair Dukali, que lleva 18 años convertido a la fe de Cristo.
No obstante, Dukali dice haber notado «cierto aperturismo» en cuanto al tratamiento de las autoridades marroquíes con las libertades religiosas.
Desde 2010, cuando Marruecos procedió a la expulsión de 17 extranjeros, en su mayoría estadounidenses, tras acusarles de ejercer actividades evangélicas en diversas ciudades, se ha observado en los últimos ocho años cierta tolerancia con la comunidad cristiana marroquí.
Un fruto de este aperturismo es la creciente visibilidad que está adquiriendo esta minoría religiosa, principalmente en las redes sociales y en algunos medios de comunicación nacionales, o su intento de pedir a las autoridades un permiso para crear una asociación que defienda su causa.
«No deja de ser una evolución lenta», matizó Dukali, que reconoce que está haciendo un esfuerzo individual con cada cristiano marroquí para animarle a superar su «pavor» a la hora de desvelar su condición ante su entorno familiar o profesional por miedo a que renieguen de él.
El pavor es tal que «incluso en nuestras reuniones privadas o misas caseras aún nos cuesta inmortalizar el momento con una simple foto de familia», por el temor de muchos de ellos a ser posteriormente reconocidos. EFE