La educación es uno de los pilares del desarrollo de la humanidad. En Europa, la religión cristiana y sobre todo la Iglesia Católica han jugado un papel determinante en este ámbito.

Tras la caída del Imperio Romano y el fin de la Edad Antigua a finales del siglo V, el cristianismo se convirtió en la religión dominante e impuso una mentalidad medieval basada en la fe. Eso significa que los clérigos tenían tanto poder como los nobles y reyes.

En España, la Iglesia Católica (una de las iglesias más influyentes del cristianismo) fue una de las instituciones más poderosas durante siglos. Los líderes de la Iglesia católica en seguida se encargaron de la educación, vital para formar una sociedad creyente y alejada de otras religiones o creencias paganas.

La unión entre la Corona de Castilla y de Aragón en 1469 provocó que la Iglesia consiguiera entrar en muchas esferas de poder, encargándose del aspecto social, económico y cultural.

Fernando II de Aragón e Isabel I de Castilla fueron unos grandes defensores de la Iglesia Católica y aplicaron una dura política contra los herejes, personas que no profesaban la religión cristiana, a través de la Inquisición Española.
Fernando II de Aragón e Isabel I de Castilla fueron unos grandes defensores de la Iglesia Católica y aplicaron una dura política contra los herejes, personas que no profesaban la religión cristiana, a través de la Inquisición Española. (Wikimedia)

Cambios educativos con la Revolución Francesa

La Revolución Francesa de 1789 provocó que el liberalismo surgiera con fuerza en toda Europa, apostando por un país moderno y avanzado.

La Iglesia se opuso desde el principio a estos cambios, porque no quería perder los privilegios y competencias logrados durante siglos.

El primer cambio notable llegó con la Constitución Española de 1812. En aquel momento, España estaba gobernada por un José Bonaparte (hermano del emperador Napoleón Bonaparte), que impuso un gobierno con influencia francesa.

La Constitución de 1812 fue una de las más modernas de la época, tratando de conciliar tradición y modernidad. Fue el primer intento de crear una educación aconfesional, en la que la escuela estuviera desligada de la Iglesia.

El período liberal duró poco, ya que Fernando VII recuperó el trono en 1814 y el absolutismo volvió a reinar en España. De esta forma, la instrucción religiosa pasó a formar parte de la escuela pública casi sin interrupción hasta finales del siglo XX.

La huella de la religión en la educación

La religión fue obligatoria en las escuelas hasta la proclamación de la Segunda República, el 14 de abril de 1931.

La llegada de un nuevo régimen progresista y de izquierdas introdujo el “laicismo escolar”: el nuevo gobierno prohibió que las órdenes religiosas pudieran impartir la enseñanza y la Iglesia perdió toda su influencia dentro de la educación.

Sin embargo, la victoria del fascismo en la Guerra Civil (1936-1939) provocó que España volviera a ser un estado confesional y que la Iglesia regresara al sistema educativo. La religión volvió a ser obligatoria y el catolicismo se convirtió en “la médula de la historia de España”, tal como recogía la Ley de Educación franquista.

La muerte de Francisco Franco en 1975 supuso el final de la dictadura y el inicio de la Transición. Ya en democracia, el derecho a la educación fue reconocido como el eje principal de la igualdad.

Hoy en día la enseñanza en España es laica, aunque la huella histórica de la religión sigue latiendo con fuerza dentro de la educación.