No es la primera vez que el mundo experimenta una pandemia, pero es “nuestra responsabilidad” como personas de buena fe “ofrecer consolación” a cuantos viven “momentos de dolor, ocuparnos de los enfermos y asistencia a los necesitados”, se lee en el mensaje común para Pascua de los patriarcas y jefes de las Iglesias de Jerusalén, subrayando que la resurrección es una llamada a “una etapa de renovación”.
Con el Santo Sepulcro cerrado a los peregrinos, una ciudad “vacía” y celebraciones seguidas por internet por los fieles, los jefes de las Iglesias invitan a los miembros de la comunidad en Tierra Santa y en el mundo a “sostenernos” y “continuar rezando por todas las personas en el medio de la pandemia”.
Nosotros patriarcas de las Iglesias de Jerusalén, dirigimos nuestros saludos a las comunidades y a los fieles en todo el mundo, con la bendición de nuestro Señor y Salvador, Cristo resucitado. La fiesta de la Resurrección es un tiempo de renovación y de esperanza, de restauración y victoria sobre todas las formas de muerte y de destrucción. El mundo entero, en estos tiempos, vive en un estado de miedo, ansia y ambigüedad a causa de la pandemia del nuevo coronavirus.
Muchas naciones están afrontando graves pérdidas y dolor, mientras que los casos de infección siguen aumentando. Jerusalén la ciudad de la Resurrección y de la tumba vacía, está sin peregrinos y las iglesias esperan el retorno de los fieles, para proclamar a todos el mensaje de la Pascua y del Aleluya. La observancia de la Cuaresma, de la Semana Santa y de la Pascua, este año está envuelta de tantas dudas, complejidades e incertidumbres, en especial modo a la luz de los sufrimientos, de la enfermedad y la muerte de tantas personas en todo el mundo, a la base de la actual clausura general.
¿Qué representa el desafío coronavirus para las personas, las comunidades y las instituciones? ¿Cuál es la implicación para la economía y la salud mundial? Creemos que nuestro Dios sea el Señor de la vida, no de la muerte. La resurrección es nuestra fortaleza también en medio de los sufrimientos, Dios está presente y la muerte de Cristo nos ofrece la victoria. Resurrección es una llamada de atención a la familia humana para que se mueva hacia una etapa de renovación y un empuje hacia el futuro, lejos de la opresión, la discriminación, el hambre y la injusticia.
El mensaje de la Pascua este año que viene de Jerusalén es una promemoria de la resurrección en sí misma: “¡No está aquí, ha resucitado!”. Nuestra misión como cristianos y seres humanos es la de sostenernos entre nosotros y continuar rezando por todas las personas en el medio de la pandemia.
Nuestra debilidad humana es reforzada por la Cruz de Cristo, cuyo poder viene de Dios. El enorme poder y la gracia de la Resurrección nos ofrecen la esperanza, el cuidado, la victoria sobre la pandemia y todas las realidades oscuras.
Recordémonos de esta Pascua y recordémosla a los que nos rodean, porque nada podrá esconder la Buena Noticia de la resurrección que resuena de Jerusalén y de cualquier otra parte del mundo. Como cristianos nos unimos en proclamar a nuestro Señor Resucitado.
Firman el mensaje: Teófilo III, patriarcado greco-ortodoxo; Norhan Manougian, patriarcado de la Iglesia apostólica armenia ortodoxa; monseñor Pierbattista Pizzaballa, administrador apostólico del Patriarcado latino; padre Francesco Patton OFM, Custodio de Tierra Santa; los monseñores: Anba Antonius, patriarcado copto ortodoxo de Jerusalén; Gabriel Daho, patriarcado sirio ortodoxo; Aba Embakob, patriarcado etiópico ortodoxo; Yaser AL-Ayash, patriarcado melquita; Mosa El-Hage, exarcado maronita; Souheil Dawani, Iglesia Episcopal di Jerusalén y de Oriente Medio; obispo Ibrahim Sani Azar, Iglesia evangélica luterana de Jordania y Tierra Santa; padre Ephram Samaan, exarcado sirio católico y el padre Joseph Nersès Zabarian, exarcado armenio católico. +