Transmitir la fe a los demás, evangelizar es el principal objetivo de las actividades del Año Jubilar que conmemora la llegada de la fe hace 500 años a Filipinas. El tema de las celebraciones jubilares del país asiático es “Gifted to give”, que recuerda la frase evangélica «Gratis lo recibieron, denlo gratis». Con este motivo, hoy domingo el papa Francisco celebra una misa en la Basílica de San Pedro.

Testigos dichosos de una fe que llegó hace 500 años y sigue viva. Así es como se definen los católicos de Filipinas que, tras nueve años de preparación, se disponen a vivir este año su Jubileo de conmemoración, porque fue en 1521 cuando Raja Humabon, Hara Humumay y 800 filipinos fueron bautizados en la isla de Cebú, marcando el inicio de una larga historia de evangelización.

Desde entonces los desafíos han cambiado, pero la Palabra de Dios permanece inalterada e iluminadora y debemos permanecer fieles a ella. Así lo apunta el presidente de la Conferencia Episcopal de Filipinas y del Ordinario Militar, Mons. Óscar Jaime Lianeta Florencio, señalando a su vez como el énfasis en los desafíos actuales y en las certezas de la fe en un país donde los motores de la evangelización son sobre todo los jóvenes. Mons. Lianeta Florencio habla en esta entrevista del compromiso «de ser testigos hoy» y del «rostro joven» del cristianismo en el país, formado por jóvenes laicos y jóvenes misioneros, verdaderos «motores de la fe en Filipinas». Además,recuerda  el mensaje que el papa Francisco dejó a la Conferencia Episcopal del país este año, recomendando a los prelados que sigan dando un testimonio concreto de «caridad evangélica» para que la Iglesia católica filipina sea reconocida como «una casa de puertas abiertas, que ofrece esperanza y fuerza», monseñor Florencio cuenta cómo recibió estas palabras.

En la práctica diaria, dice, la caridad evangélica es para nosotros «el servicio a los pobres» en el centro, no sólo de las palabras sino de las acciones. Salir al encuentro de los que viven la penuria de la desocupación y no pueden dar de comer a sus familias ni acceder a los servicios: un año después del estallido de la pandemia que ha agravado estos problemas, nuestra realidad de caridad evangélica -concluye monseñor Florencio- son precisamente todos ellos.

Por su parte, Monseñor Rómulo Geolina Valles, presidente de la Conferencia Episcopal de Filipinas, habla sobre la familia y la fe, entendida como un don, presentando las actividades previstas para el Centenario:

– Para nosotros es una alegría: este es un año especial para nosotros. Una alegría que sale de nuestro corazón, una alegría porque creemos, gracias a la fe que se nos donó por primera vez hace 500 años: la fe es un don de Dios. Por eso nos alegramos de este Año Jubilar tan especial. Somos felices porque la fe ha dado sentido a la vida: la fe, de hecho, nos ayuda a navegar por el camino de la vida. Además, me gustaría añadir que no es sólo una fe vivida en el yo; es una fe vivida en las familias. Y esto es tan hermoso… Para salvaguardar nuestra fe, no sólo nos ayudan los individuos, sino también las familias. Me gustaría decirlo con las palabras que usaría el Papa Francisco: somos nosotros los testigos de la fe en Jesús, y lo somos cuando mostramos la alegría de creer. Creer y confiar nuestra vida a Jesús nos da alegría. La vida es difícil, especialmente en un país como el nuestro, pero la fe nos ayuda a ser fuertes, a tener confianza a pesar de todas las tormentas de la vida. Gracias a la fe tenemos más confianza: sabemos que el Señor está con nosotros. Por eso celebramos este año especial llenos de alegría, la alegría de estar en el Señor, la alegría de creer en el Señor.

El Jubileo es también un momento para hacer un balance de un camino que se ha cumplido. La evangelización hoy: ¿qué se necesita para seguir anunciando la Palabra en tiempos que han cambiado?

– Las celebraciones jubilares como ésta también sirven para poner de relieve ciertos aspectos, por ejemplo, cómo se hace la evangelización hoy en día en Filipinas. Hoy se evangeliza con el objetivo de que la gente sea profundamente consciente y aprecie el hecho de que nosotros, nuestra vida, es un don del Señor. Por eso el tema de estas celebraciones jubilares es: donados para donar, para hacernos comprender que somos un don de Dios. Y junto con esto, también está el deseo de compartir esta fe. Nuestra vida es un regalo de Dios y buscamos compartir y dar esta fe a los demás. El objetivo de las numerosas actividades de este Año Jubilar será conseguir que todos puedan volver a ver y apreciar de nuevo el significado del don que hemos recibido de Dios, y puedan también comprender que tenemos la responsabilidad de llevar a cabo obras misioneras. Es lo que se necesita, diría yo, para poder seguir anunciando el Evangelio en el mundo en este momento de cambio. En el contexto de este Jubileo nuestro, tratamos de ofrecer más oportunidades para llevar adelante las misiones y las catequesis. Obras misioneras y catequesis, gracias a las cuales podemos entender y ser cada vez más conscientes de que nuestra vida es un don de Dios. Esta es la finalidad de las misiones: transmitir la fe a los demás, evangelizar.