Cuando comencé a estudiar la Biblia, alguien me recomendó leer completo el evangelio de Juan, y así lo hice. Ya había leído diferentes porciones de las Escrituras sin un orden intencional y conocía gran parte de la Biblia por haber asistido a la iglesia durante años, pero leer este evangelio de forma completa y ordenada (veintiún capítulos) me fue de mucha utilidad para integrar todo lo demás, esto marcó un antes y un después. Ahora, cuando estudio la Biblia con un nuevo creyente o le regalo una Biblia a alguien, siempre le recomiendo que comience por el evangelio de Juan.
Sin embargo, aunque hay buenos motivos para hacerlo, casi nunca se describen. Por ejemplo, los evangelios son cuatro, y Juan no es el primero en orden, sino el último. Lo más natural sería comenzar a leer Mateo, por ser el primer evangelio y el primer libro del Nuevo Testamento. Otra opción sería Marcos, por ser un evangelio relativamente corto y muy narrativo, algo que podría cautivar a un primer lector y mantenerlo interesado de principio a fin. Otra opción sería Lucas, por buscar intencionalmente «poner en orden la historia de las cosas que entre nosotros han sido ciertísimas» y también por tener una continuación natural en el libro de los Hechos, otra obra del mismo autor.
Juan en orden es el último, pero hay por lo menos cinco buenas razones para comenzar el estudio de las Sagradas Escrituras por este evangelio. Las comparto a continuación pensando en quienes quieren acompañar a otros a estudiar la Biblia y no saben cómo hacerlo. Quizás tienes cerca a alguien que no conoce las Escrituras, te animo a que te ofrezcas a acompañarle a leer el Evangelio de Juan, puedes e intentes mostrarle estas cinco cosas. (Luego de cada razón te comparto también algunas ideas para llevar esto a la práctica.)
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[Juan es] especialmente útil para que quienes ya conocen a Jesús se persuadan de que es el Cristo, el hijo de Dios.
Su enfasis cristológico. En la mayor parte de Latinoamérica la gente ya tiene cierto conocimiento sobre Jesús (su nacimiento, sus enseñanzas, su muerte y resurrección). Los tres primeros evangelios (Mateo, Marcos y Lucas) son especialmente útiles para conocer la persona de Jesús, pero el cuarto evangelio (Juan) fue escrito expresamente «para que creáis que Jesús es el Cristo, el Hijo de Dios, y para que creyendo, tengáis vida en su nombre». Es el evangelio más cristológico de todos y especialmente útil para que quienes ya conocen a Jesús se persuadan de que es el Cristo, el hijo de Dios. Es posible mostrar esto mismo en cualquiera de los demás evangelios, pero es innegable que el énfasis en Juan está mucho más marcado. HAZLO TÚ Para introducir la cristología puedes comenzar por el significado del título Jesucristo («Pues la ley por medio de Moisés fue dada, pero la gracia y la verdad vinieron por medio de Jesucristo».), que es la combinación del nombre natural (Jesús) con el título mesiánico Cristo). Al combinar ambos, se hace una declaración de fe: Jesús es el Cristo.
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Si le logramos mostrar cuál es el punto que dio origen a todas las cosas (Cristo) y cuál es el punto al que todo lo demás se dirige (Cristo) su estudio personal será mucho más provechoso.
La centralidad de Cristo. No siempre se tiene la oportunidad de acompañar a un nuevo lector durante semanas o meses en un largo estudio de la Biblia, pero si le logramos mostrar cuál es el punto que dio origen a todas las cosas (Cristo) y cuál es el punto al que todo lo demás se dirige (Cristo) su estudio personal será mucho más provechoso. HAZLO TÚ Para hacerlo, muestra que Juan 1:1-3 se refiere a Jesús, puedes explicar el significado de El Verbo (o la Palabra) y luego hacer el ejercicio de remplazar «el Verbo» por Jesús. Eso significa que Jesús es preexistente, «en el principio era el Verbo», que es parte de la trinidad, «el Verbo estaba con Dios», y plenamente Dios, «y el Verbo era Dios». También que todas las cosas fueron creadas por Él y para Él, relacionando Juan 1:3 («todas las cosas por él fueron hechas, y sin él nada de lo que ha sido hecho, fue hecho») con Colosenses 1:16: «porque en él fueron creadas todas las cosas, las que hay en los cielos y las que hay en la tierra, visibles e invisibles; sean tronos, sean dominios, sean principados, sean potestades; todo fue creado por medio de él y para él».
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Para reconocer que Jesús es el Cristo es necesario constatar que en Él se cumplieron las profecías.
El cumplimiento profético. En su primer capítulo el evangelio de Juan deja al lector en la posición correcta para entender todas las Escrituras: Cristo cómo centro de la historia, el Antiguo Testamento anunciándolo y el resto de las Escrituras demostrándolo. Esto puede parecer sencillo para los cristianos maduros, pero para reconocer que Jesús es el Cristo es necesario constatar que en Él se cumplieron las profecías, esto requiere algo más que un asentamiento superficial. HAZLO TÚ Puedes comenzar explicando que las palabras Mesías y Cristo significan lo mismo, una viene del hebreo (Mesías) y la otra del griego (Cristo) pero ambas son sinónimas: el Mesías, que es lo mismo que decir el Cristo, significa el Ungido. Y ungirle era el procedimiento por el que se nombraba a un rey. Luego puedes explicar que los judíos estaban a la espera de que Dios eventualmente enviaría a un Mesías (un ungido) que reina sobre su pueblo Israel y había dado las señales por las cuáles podrían reconocerlo. A esas señales se les llama profecías mesiánicas. Por ejemplo, se sabía que ese rey sería de la tribu de Judá, descendiente de David, que nacería en la ciudad de Belén y realizaría determinados milagros. También se había profetizado que sería «despreciado y desechado entre los hombres, varón de dolores(C)», que experimentaría quebrantos, que sería despreciado por su pueblo, y que cargaría con nuestro pecado. Luego, puedes leer la presentación de Jesús que hizo Felipe a Natanael: «Felipe halló a Natanael, y le dijo: hemos hallado a aquel de quien escribió Moisés en la ley, así como los profetas: a Jesús, el hijo de José, de Nazaret(D)» y la confesión que hizo Natanael cuando lo encontró: «respondió Natanael y le dijo: Rabí, tú eres el Hijo de Dios; tú eres el Rey de Israel(E)». Luego puedes pasar al final del capítulo (Versículos del 49 al 51) y ver cómo Jesús creó en sus discípulos la expectativa de que verían demostraciones de que él realmente era el Hijo de Dios, el rey de Israel. Con esto puedes enseñarle al nuevo lector que desde que le conocieron, los primeros discípulos tuvieron una conciencia plena de que estaban siguiendo al rey prometido, no solamente a un maestro. (Aprovecha también para explicar que uno llega a ser cristiano cuando por la evidencia y con la ayuda de Dios, llega a creer que Jesús no es solamente un hombre, sino el Cristo, y actúa en consecuencia.)
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Para que un hombre llegue a ser hijo de Dios tiene que reconocer primero su verdadera situación.
La distinción trascendental Criatura / Hijo. Casi todos los hombres creen ser hijos de Dios, piensan que nacemos así, que nuestra única diferencia es que algunos hijos estamos más cerca y otros más lejos. Sin embargo, las Escrituras afirman que esto es un derecho, una potestad que llegamos a recibir, algo con lo que no se nace. ¡Ni siquiera los judíos eran automáticamente hijos de Dios, ellos también tenían que creer! El evangelio de Juan es enfático: «a lo suyo vino, y los suyos no le recibieron. Mas a todos los que le recibieron, a los que creen en su nombre, les dio potestad de ser hechos hijos de Dios; los cuales no son engendrados de sangre, ni de voluntad de carne, ni de voluntad de varón, sino de Dios». Para que un hombre llegue a ser hijo de Dios tiene que reconocer primero su verdadera situación. HAZLO TÚ Desde Juan 1 puedes mostrar (1) lo que significa recibir a Cristo y creer en su nombre y la necesidad de hacerlo; (2) lo que significa ser «hechos» hijos de Dios, no ser llamados o creer que somos, este es un hecho real, concreto, no solamente un entendimiento intelectual; (3) la forma sobrenatural en que esto ocurre: por voluntad de Dios. Al mostrar esta diferenciación trata de que la persona entienda lo que se requiere para ser hijo, que es recibir a Cristo y creer en su nombre, y al mismo tiempo el agente que actúa para que tal cosa suceda, que es Dios mismo.
En occidente el discipulado no se entiende fácilmente, pues nuestro modelo de enseñanza es el profesor en el aula, no el discípulo que vive junto a su maestro.
5.El discipulado relacional. Ser cristiano es mucho más que aceptar intelectualmente unas cuantas ideas, si realmente hemos recibido a Jesús el Cristo y aceptado su mensaje, tenemos que proceder a vivir nuestras vidas en una relación Discípulo-Maestro. En occidente el discipulado no se entiende fácilmente, pues nuestro modelo de enseñanza es el profesor en el aula, no el discípulo que vive junto a su maestro. En el cercano oriente no había tal cosa como aulas, pizarrones ni horarios de estudio, cuando el maestro aceptaba a un nuevo discípulo, este dejaba su casa, su agenda y sus prioridades, no solamente escuchaba a su maestro, sino que vivía junto a él y buscaba intencionalmente imitarle. Su meta no era aprobar un examen (conocimiento) sino llegar a ser como su maestro (conocimiento, carácter, experiencia) y eventualmente tener sus propios discípulos. HAZLO TÚ Para ilustrar este proceso puedes mencionar que dos de los discípulos que estaban con Juan el bautista siguieron a Jesús y este les mostró dónde vivía: «y volviéndose Jesús, y viendo que le seguían, les dijo: ¿qué buscáis? Ellos le dijeron: Rabí (que traducido es, Maestro), ¿dónde moras?». Luego estos primeros discípulos trajeron a otros más que también se unieron a Cristo. El propósito de esto es demostrar el costo del discipulado: renunciar a todo para entrar en una relación con el Maestro. También, mostrar la forma en que un discípulo trae a otro. Puedes explicar claramente que tu propósito es llevarle a él hasta Cristo (a la persona con la que estás estudiando) de la misma manera que alguien te trajo a ti. Este es un buen momento para compartir tu testimonio personal de cómo llegaste a ser un discípulo de Cristo y quién te trajo.
Todo lo que he mencionado (el énfasis en la cristología, la centralidad de Cristo, el cumplimiento profético, la distinción trascendental entre criatura e hijo y el discipulado relacional) se puede lograr en un primer estudio bíblico del primer capítulo del evangelio de Juan, de forma tal que si no lo hace en esta primera lectura, mientras lee los restantes veinte capítulos del evangelio el lector pueda persuadirse de estas cosas, llegar a recibir y creer en Cristo y vivir en una relación de discipulado junto a otros creyentes. Muchos de estos asuntos son realmente profundos, pero sabemos que Dios puede operar en ellos del mismo modo que ha operado a lo largo de la historia en cada creyente: abriendo su entendimiento para que reconozcan a Cristo en las Sagradas Escrituras. En el evangelio de Juan también se nos dice que el Espíritu Santo ayuda en este proceso.
Pero cuando venga el Espíritu de verdad, él os guiará a toda la verdad; porque no hablará por su propia cuenta, sino que hablará todo lo que oyere, y os hará saber las cosas que habrán de venir.Juan 16:13