El 6 de mayo de 2004, el sacerdote italiano Juan Luis Orione fue canonizado por el Papa Juan Pablo II. Había nacido en 1872, y era el discípulo predilecto de San Juan Bosco, visionario del destino misional de nuestra Patria, en especial de la Patagonia donde se radicaron los Salesianos. En 1921 llegó a la Argentina, la nueva “tierra prometida” según él, y donde trabajará sin descanso en favor de los pobres con su fundación “Pequeña Obra de la Divina Providencia”, la que aún hoy es un verdadero bálsamo de amor cristiano. Luego regresó a su tierra natal donde falleció el 12 de marzo de 1940, pero cumpliéndose una de sus profecías cuando su corazón intacto regresó hace muy poco a la Argentina.
En la década del treinta, este verdadero Apóstol de la Caridad, nos dejó numerosas profecías sobre el futuro de nuestro país, algunas de las cuales ya se cumplieron, como la recordada “quema de las iglesias de Buenos Aires”, una operación masónica que llevó a cabo el presidente Perón. Los que le mostraban al Santo los templos de Buenos Aires, no podían creer cuando les decía que a estos los verían arder, porque en el Congreso Eucarístico Internacional de 1934, al que asistió el futuro Papa Pío XII, esta ciudad se mostró como una de las más católicas del mundo. Esto y otros hechos, provocaron la revolución del 16 de septiembre de 1955, que derrocó a Perón, el que huyó al extranjero.
Pero después del desplazamiento del Gral. Lonardi, líder católico del movimiento, por la cúpula militar masónica, se inició la persecución que dividió a la Nación entre anti peronistas y peronistas revolucionarios, lo que paralizó su desarrollo y su paz por el resto del siglo.
He aquí algunas de sus profecías que ya empiezan a cumplirse, en estos tiempos de tanta confusión, violencia, corrupción y crisis política y económica como lo viene sufriendo nuestra Patria.
“Veo un pasado que cae…las bases del edificio social están minadas. La corrupción y el mal moral son grandes, es verdad, pero sostengo y creo firmemente que el último en vencer será Dios; y Dios vencerá con infinita misericordia”.
“Todo lo que ha pasado en España es una pálida idea de lo que pasará un poco en todas partes (el comunismo de la Unión Soviética provocó más de 100 millones de muertos)… Pero los sin Dios que no respetarán ni tronos ni altares, se detendrán ante las Obras de Caridad”.
“Tuve un sueño en el cual la Argentina está en llamas, el comunismo llegará a tiranizarla (hoy el inicuo progresismo marxista y gramsciano con el divorcio, matrimonio homosexual, ideología de género y el abominable crimen del aborto, ocupa puestos claves en la cultura y la educación, en los medios masivos de difusión, en la política y las fianzas) y apenas habrá tiempo de salvar la estatua milagrosa de la Virgen de Luján. De la Basílica de Luján al último punto de la República, la Argentina está en llamas. Me duele por vuestros hijos. Buenos Aires arderá por los cuatro costados, y correrá un río de sangre de Córdoba a Buenos Aires…”.
“La obra de los judíos es de odio y se vence con amor. Ellos dividen a los pueblos, para después dominarlos: El peligro judío es mayor que el comunismo: pero también ellos están con los comunistas. El peligro judío es peor que el de Inglaterra (sede central de la masonería)… Si los argentinos no luchan, muy pronto estarán dominados por los judíos. Casi todos los diarios están pagados por dinero judío, aún los católicos…”.
“Habrá una gran confusión, una gran confusión… si los argentinos se descuidan llegarán a tener un presidente judío (Se cumplió cuando Beatriz Rojkés de Alperovich reemplazó a Cristina Fernández, o ella misma, hija de Ofelia Judith Wilhelm, judía según el Movimiento Hebreo-Católico en Argentina)… Yo no lo veré, pero tú si lo verás, después se hará la luz…”.
“La salvación vendrá del centro de la República; y de tanta sangre que lavará tanta culpa, nacerá una flor: una Argentina cristiana y floreciente. La paz y la felicidad renacerán para una fiesta de la Santísima Virgen…”.
“Un gran civil Católico gobernará el país brillantemente, mientras un obispo excelso regirá los espíritus santamente. Habrá paz y prosperidad por muchos años, pues el Señor se ha acordado de nuestro país desde aquella noche memorable del Congreso Eucarístico Internacional de 1934…. Tendremos un triunfo sin precedentes. La Argentina será el centro del catolicismo en Sudamérica. De la Argentina saldrán misioneros para las demás naciones de América del Sur”.
“La Argentina se salvará por su devoción a la Santísima Virgen, y la salvación vendrá en la víspera de una fiesta de la Virgen. Veo al Sagrado Corazón de Jesús que está formando de la nada el Ejército Pacífico de la Caridad, que llena de amor los surcos de odio… Una gran época está por llegar. Veo a Jesús que vuelve. No es un fantasma, no. ¡El porvenir es de Cristo…!”.
“Levantemos la mirada de la Fe ¡oh, hermanos! He aquí a Cristo que viene, Vivo con los vivos, a darnos vida con Su vida. Avanza al grito angustioso de los pueblos. Cristo viene trayendo a la Iglesia en su Corazón, y en sus manos las lágrimas y la sangre de los pobres, la causa de los afligidos, de los oprimidos, de las viudas, de los huérfanos, de los humildes, de los reos… Y detrás de Cristo se abren nuevos Cielos. ¡Es como la aurora del triunfo de Dios! Son gente nueva… nuevas conquistas y todo un triunfo jamás visto, tan grande de caridad universal; porque el último en vencer es El”.
“Esto sucederá por la misericordia del Señor, y por la celestial y maternal intercesión de María Santísima. Veo levantarse un monumento grandioso, no fundado sobre arena; una columna luminosa de caridad que se eleva fundada sobre la Verdad Revelada, sobre la Iglesia, sobre la Piedra única, eterna, indestructible. ¡Dios estará con nosotros!”.
Sin duda en esta última parte ya está hablando de la Parusía (que no es el fin del mundo, sino el fin de los tiempos), algo que para muchos teólogos y pensadores católicos está muy cercana en el tiempo. Y más si consideramos la situación de la Iglesia, con un inminente cisma por las herejías que surgen desde el mismo Vaticano, dominado por la Masonería Eclesiástica, como lo profetizó las Santísima Virgen. Además, el hecho sin precedentes de que existan dos Papas que conviven en Roma, es todo esto como el preludio a la aparición del “hijo de la perdición”, como llama el Apóstol San Pablo al Anticristo.