Pero, en cuanto al día y la hora, nadie lo sabe, ni siquiera los ángeles en el Cielo, ni el Hijo, sino solo el Padre.

Mateo 24, 36.

El fin del mundo, puede ser el tema más importante y trascendente de todos y en algunos momentos de nuestra vida nos interpela y desafía pues resulta angustioso, vital, pero no podemos vivir pensando en esto todo el tiempo en riesgo de volvernos locos.

El mundo puede referirse solo al planeta Tierra, como se entendía originalmente, pero el concepto puede incluir también al Universo entero, que cada vez descubrimos como más y más grande, o tal vez solo a la humanidad, pero finalmente lo que más nos acaba importando es el fin de nuestra propia persona.

Ahora vislumbramos de manera científica la posibilidad real de que la humanidad desaparezca por nuestra propia culpa, por no vivir en armonía con el mundo como lo manifiesta el cambio climático. La Tierra podrá seguir existiendo, dando vueltas al Sol, ya sin la plaga que parecemos ser.

El tema del fin del mundo es muy religioso, así como su creación y la existencia de seres sobrenaturales y la vida futura. Las religiones en general creen en que antes del fin del mundo habrá señales catastróficas como guerras, terremotos, fenómenos atmosféricos, etc., pero después vendrá un Nuevo Mundo, nueva era, en un lugar llamado Paraíso o Cielo y que será anunciado por un enviado divino.

vision del apocalipsis el greco
El Greco, Visión del Apocalipsis, 1610. / Wikimedia Commons

La idea más conocida es la visión que tiene el cristianismo sobre el fin del mundo: Jesús, Dios hecho hombre, vino al mundo hace dos mil años y vivió como humano dejando sus enseñanzas y muriendo al sacrificarse en una cruz, pero resucitó al tercer día, estuvo cuarenta días más y se fue al Cielo.

La predicción es que va a regresar por segunda vez y ahí será el fin del mundo, juzgará a vivos y muertos y empezará un reinado que no tendrá fin. Nadie sabe cuándo va a ocurrir eso, se han hecho vaticinios que afortunadamente han fallado y aquí seguimos.

En el evangelio de Mateo, el capítulo 24 habla al respecto, aunque parece haber un entrelazamiento entre el fin del Mundo y el de Jerusalén.

El versículo 36 dice: “Pero, en cuanto al día y la hora, nadie lo sabe, ni siquiera los ángeles en el cielo, ni el Hijo, sino solo el Padre”.

Especialmente el último libro de la BibliaEl Apocalipsis (La Revelación), habla del final del mundo con mucha simbología.

el juicio final miguel angel
Miguel Ángel, El juicio final, 1536-1541. / Wikimedia Commons

Dentro del amplio espectro de Iglesias hay las que centran su predicación en el fin del mundo, como las surgidas en Estados Unidos en el siglo XX, que creen muy cercano el final, veamos los nombres: Adventistas (lo que viene), Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días; y Testigos de Jehová, que predijeron equivocadamente el final.

En el judaísmo no es tan explícito el final del mundo, pero se habla del “Fin de los Días” (aḥarit ha-yamim, אחרית הימים) y la creación de un nuevo cielo y una nueva Tierra. Se alude más a la llegada del Mesías que reunirá al pueblo escogido y restaurará su grandeza.

Jesús no fue reconocido como tal y de ahí surgió el cristianismo. También se cree en una vida futura. Habrá señales como una guerra santa del pueblo Magog con su rey Gog contra Jerusalén, según el profeta Ezequiel.

arcangel israfael
Arcangel Israfel sopla en la trompeta que marca el inicio del Qiyamah Juicio o el Juicio Final en el Islam. De Zakariya al-Qazwini, The Wonders of Creation / Wikimedia Commons

En el Islam también se habla del fin del mundo y una vida futura en un paraíso que describe como un jardín: “Y los que crean y practiquen las acciones de bien… Esos son los compañeros del Jardín, donde serán inmortales”. (Corán, 2:82)

El fin del mundo será precedido por muchas señales, incluyendo judías como la guerra de Gog y Magog y la cristiana de la segunda venida de Jesús.

Asimismo, en el hinduismo existe la noción de la destrucción del mundo, la cual ocurre en forma cíclica y está asociada a las tres deidades principales: Brahma que crea el mundo, Vishnu que lo protege y Shiva que lo destruye para un nuevo ciclo. Además, se cree que Vishnu puede estar en la Tierra en forma de avatar como ha ocurrido con Rama y Krishna, para proteger el dharma (conducta piadosa correcta) y restaurar el orden cósmico.

Shiva, Vishny y Brahma adorando a Kali
Shiva, Vishny y Brahma adorando a Kali, c. 1740. / LACMA – Wikimedia Commons

Esto ocurre porque todos los ciclos comienzan con una etapa, la de Satya Yuga, la edad de la verdad en que el mundo es bueno, pero hay otras etapas llamadas Dwapara yuga y Treta yuga, en las que habrá un declive paulatino y llegaremos a la última etapa, Kali lugá.

En el budismo se cree en el estado final llamado Nirvana, al cual llegarán quienes hayan alcanzado el pleno despertar y no necesiten reencarnarse para una nueva vida. En cuanto a este mundo real, el budismo también cree en un deterioro de la humanidad que hará necesaria la aparición de un nuevo Buda, llamado Maitreya que volverá a enseñar el dharma.

Maitreya estatua
Una estatua de Maitreya Buddha, en Katmandú, Nepal / Aleksander Shafir-Wikimedia Commons

En las religiones indígenas mesoamericanas había diversas interpretaciones, pero la más conocida es la azteca sobre la destrucción de mundos previos por cataclismo y la nueva creación, son las edades llamadas soles como lo ilustra el famoso calendario.

En general, creemos que habrá un fin del mundo, pero lejano, aunque cada vez nos sorprende más la dimensión infinita del Universo. Lo que debe ocuparnos y no solo preocuparnos, es cuidar este Mundo porque sin él no sobrevivimos. Lo que sí es seguro es la muerte, el fin de nuestra existencia, de nuestro mundo, y ojalá haya otra vida después, pero por lo pronto hagamos que ésta que tenemos sea disfrutable, útil no solo para nosotros, sino también para los demás.

* Ignacio Cuevas es catedrático de la Universidad del Claustro de Sor Juana y de la Universidad Iberoamericana, así como conferencista sobre temas relacionados con Estado laico, libertad, diversidad y discriminación religiosa.