En África hay más cristianos que en ningún otro lugar del mundo y, dentro del continente, el país con más cristianos es Nigeria. Según el Centro de Investigación Pew Research, hay más de 87 millones de cristianos y se prevé que esa cifra se dispare en las próximas décadas.
Sin embargo, según la investigación más reciente de Puertas Abiertas, más de 5000 creyentes nigerianos fueron asesinados por su fe en el transcurso de 12 meses. Eso supone más de 13 cristianos asesinados de media cada día.
Es decir, más de un creyente asesinado cada dos horas.
Y no se trata solo de asesinatos. Durante el mismo periodo, más de 4700 cristianos en Nigeria también fueron secuestrados por seguir a Jesús y al menos 1000 creyentes fueron violados, agredidos sexualmente o acosados sexualmente por su fe. Los cristianos se vieron obligados a huir y esconderse; más de 10 000 en Nigeria durante el periodo que abarca este informe. Además, más de 10 000 seguidores de Jesús sufrieron abusos físicos o mentales a causa de su fe.
Estas cifras son alarmantes y deberían ponernos de rodillas, pero cada muerte no es tan solo un número.
La fe detrás de las cifras
Aunque estas estadísticas son informativas y sobrecogedoras, detrás de cada una hay una historia, una historia como la de Ayuba*. Ayuba es un joven nigeriano cuyo pueblo fue atacado por Boko Haram, el infame grupo extremista islámico. Él y sus hermanos huyeron, pero quedaron separados de su padre.
«A la mañana siguiente, todo estaba en silencio», cuenta Ayuba, que pasó la noche del ataque escondido en el monte con sus hermanos. «Cuando nos acercamos a nuestra casa, pude ver tres cuerpos en el suelo. Reconocí a mi padre por su ropa. Fui a su lado, me arrodillé y oré».
El padre de Ayuba fue uno de los nueve cristianos masacrados por extremistas islámicos aquella noche en el noreste de Nigeria. Los militantes habían preguntado al padre de Ayuba si era musulmán o cristiano. Él se negó a ocultar su fe en Jesús y respondió: «Cristiano». Lo decapitaron en el acto.
Ayuba descubrió más tarde que su propio nombre figuraba en una lista de asesinatos de Boko Haram, y tuvo que huir de su pueblo.
Esta es la realidad a la que se enfrentan nuestros hermanos y hermanas en algunas partes de Nigeria. El cristiano asesinado cada dos horas en Nigeria podría ser alguien como el padre de Ayuba. O podría ser alguien como Agnes, cuyos amigos fueron secuestrados y asesinados. O podría ser una creyente como Hajaratu, una cristiana que perdió a su hija mientras huía de los militantes fulani.
Hay innumerables historias detrás de las estadísticas. Cada persona asesinada era una madre, un padre, un hermano, una hermana, un amigo y un colega. Cada uno deja tras de sí una comunidad de luto.
Esto debería bastar para doblegar a la Iglesia en Nigeria. Y es que ese es el objetivo del enemigo: aprovechar cada ocasión para derrotar a la Iglesia de Dios. Sería fácil suponer que la oscuridad está ganando en Nigeria.
Pero esa suposición es errónea.
Un lugar violento, una iglesia resiliente
La Iglesia en Nigeria —y en toda África subsahariana— está creciendo y resistiendo. Hay cristianos valientes que se aseguran de que el Evangelio se viva incluso en circunstancias difíciles. Ayuba, el joven que perdió a su padre, es un ejemplo perfecto de esta verdad. El asesinato de su padre le consumía de rabia y solo quería venganza. Pero encontró sanidad y esperanza en el Centro Shalom de Puertas Abiertas, un centro de atención postraumática.
Resume lo que aprendió en una sola palabra: «Perdón», dice con una sonrisa. «Decidí abandonar la ira y tener paz. Aprendí a dejarlo todo a los pies de Jesús».
Esta es la realidad para el pueblo de Dios en Nigeria: violencia espantosa y la esperanza de Jesús.
Pero los cristianos nigerianos necesitan saber que no están solos. Tenemos que responder ante la violencia escalofriante que afecta a los creyentes africanos. Por eso, Puertas Abiertas está lanzando una campaña de cuatro años con el fin de movilizar y unir a la Iglesia mundial para que se solidarice con sus hermanos y hermanas de Nigeria y de toda África subsahariana. Nuestros hermanos y hermanas son resilientes y valientes, haciendo crecer la iglesia en medio de la violencia, y nuestra visión es equiparlos para que sigan defendiendo a Jesús, pase lo que pase.
Y necesitamos tu ayuda.
La mejor manera de apoyar a nuestra familia en el África subsahariana es simplemente orando. Ayuba explica por qué es tan vital: «En primer lugar, le diría a la gente que orara, porque sin oración nada funcionará. Yo no estaría aquí si no fuera por las oraciones». La Biblia nos dice una y otra vez que la oración puede cambiarlo todo, y la iglesia de Nigeria necesita que les apoyen con la oración.
Si quieres dar un paso más, puedes enviar oraciones de ánimo directamente a Nigeria a través de este desafío especial de oración.
Nigeria es el lugar más violento del mundo para los cristianos, pero no es una causa perdida. Gracias a tu apoyo y a las oraciones de creyentes de todo el mundo, los cristianos nigerianos no están solos. Las estadísticas son abrumadoras y las historias devastadoras, pero la esperanza de Dios está en marcha y jamás la podrán detener.