La pequeña iglesia de Ein Qiniye no había visto tanta gente desde hacía tiempo. En el Golán sirio, ocupado desde hace 50 años por Israel, solo quedan dos familias cristianas que se hacen viejas, y sus lugares de culto ya solo abren en ocasiones especiales.
Esta vez, la iglesia maronita de Ein Qiniye, que puede acoger a un centenar de fieles, abrió sus puertas a cristianos procedentes de ciudades árabes de Israel, como Nazaret o Haifa, para rezar ante los iconos de la Virgen y de Cristo.
Sin estas visitas muy puntuales y sin la perseverancia de la familia Adib, la última familia cristiana de Ein Qiniye, la pequeña iglesia, en las alturas del lago Tiberíades y del valle de la Hula, caería en el olvido.
Antes de la guerra israelo-árabe de 1967, que terminó con la ocupación de las dos terceras partes de los Altos del Golán sirio, ‘Ein Qiniye tenía 600 cristianos y 300 drusos’, una confesión derivada del islam chiita, recuerda Asaf Adib, de 57 años.
Hoy los drusos son 1.800. Pero del lado cristiano solamente quedan los doce miembros de su familia.
Cuando estalló la guerra de los Seis Días, relata a la AFP, ‘los cristianos del lugar se fueron a refugiarse en las granjas de Chebaa’, un territorio que Líbano considera suyo pero que según la ONU forma parte del Golán sirio ocupado por Israel.
– Exilio –
‘Pero mi padre y mi tío siguieron a las familias drusas y se fueron a refugiar a Majdal Shams’, una localidad drusa en la montaña, algunos kilómetros más al norte, prosigue Adib.
Israel autorizó luego a las familias drusas a volver a Ein Qiniye. Y los Adib pudieron seguirlos. Los demás cristianos, en cambio, no pudieron volver y se fueron a Líbano o Siria.
Thuriya Samaan, de 72 años, forma parte de una asociación y acude regularmente a Ein Qiniye para volverle a dar vida a la pequeña iglesia.
‘Venimos de Nazaret para apoyar la presencia cristiana en Ein Qiniye’, dice la mujer a la AFP a la salida de misa.
Mantener una presencia es una forma de intentar frenar, según ella, los cada vez más numerosos viajes al extranjero de jóvenes de la comunidad cristiano-árabe de Israel.
En Majdal Shams, Ibrahim Nasralá, de 80 años, conoció la época en que ‘nadie hablaba de cristianos, musulmanes o drusos: éramos todos árabes ante todo, luego sirios’, relata a la AFP.
‘Y en tercer lugar éramos cristianos’, prosigue este cristiano ortodoxo, cuyos dos hijos se han instalado en la vecina Siria, aún técnicamente en guerra con Israel.
– ‘Ningún futuro’ –
Antes de la ocupación, los cristianos representaban el 12% de la población del Golán, que tenía entonces 340 pueblos y 150.000 habitantes, según el investigador Salman Fajredin.
Unos 22.000 drusos sirios viven hoy en la parte israelí de los Altos, así como 25.000 colonos israelíes desde 1967.
En Majdal Shams, la única iglesia está cerrada y se halla en ruinas. ‘Cuando mi padre murió, el sacerdote tuvo que venir a casa y celebrar ahí la misa de funeral’ antes de enterrarlo en el cementerio, situado bajo un pinar, que comparten drusos y cristianos.
‘En 1984, cuando hice bautizar a mi hijo Iyass, obtuvimos de las autoridades israelíes que abrieran por un día la iglesia de Banias’, al sur de Majdal Shams, cuenta Nasralá.
Iyass, por su lado, como muchos otros jóvenes, se exilió en Alemania tras haber trabajado diez años en Haifa, ciudad costera árabe israelí. Ha regresado por vacaciones, pero dice estar seguro de haber tomado la decisión acertada. En el Golán, ‘no hay ningún futuro para los árabes’, sentencia.