La agresión de un refugiado sirio en Berlín, azotando a un peatón con un cinturón tan solo porque llevaba una kipá, la gorra tradicional judía fue un escándalo en Alemania cuando se difundió por las redes sociales.
La comunidad judía en Alemania está formada por unas cien mil personas. Cada vez están más en guardia. ¿Hay una especie de «nuevo antisemitismo» que aumenta por el creciente número de inmigrantes musulmanes?
Conozcamos a la familia Michalski. Son judíos. Cuando los refugiados de Siria comenzaron a llegar, abrieron su casa en Berlín y abrigaron a un sirio durante un año. Todo fue bien. El hijo de Michalski, de 14 años, incluso cambió de colegio, porque quería estar junto a niños que vinieran de la inmigración.
El padre de la víctima Wenzel Michalski se lo explicó a Euronews:
«Cuando llevaba una semana en la escuela pública, la maestra les preguntó: ¿qué lugares de oración conocéis? Cuando llegó le llegó el turno a mi hijo, respondió: la sinagoga … y la maestra preguntó: ¿Eh? ¿Por qué conoces una sinagoga? ¿Eres judío? Y él respondió: Sí … Ese fue el final … Inmediatamente después comenzó el acoso. Casi todos los días fue pateado y golpeado».
La situación empeoró. Su hijo fue amenazado con una réplica de una pistola de aspecto muy real. Los agresores simularon un disparo en la cabeza, una ejecución simulada.
«En primer lugar, dos muchachos mayores de una clase de más edad le hicieron una llave de cuello y lo estrangularon con tanta fuerza que en poco tiempo quedó inconsciente. Más tarde, otro chico con un arma como ésta se precipitó hacia él, le apuntó y le disparó».
La familia Michalski tiene raíces mixtas, judías y cristianas. Durante la Alemania nazi fueron discriminados y perseguidos. Solo una parte de la familia sobrevivió gracias a un chivatazo de un amigo que trabaja en la policía y les avisó de las deportaciones.
Michaski recuerda: «Mi padre escribió un libro sobre esta época. Pero esto es una locura: incluso después de la guerra, cuando tenía 14 años, mi padre sufrió el antisemitismo: fue al Berlin Canisius-College, una escuela dirigida por jesuitas. Tenía la misma edad que mi hijo ahora. En esa época, mi padre sufrió la intimidación antisemita en la escuela. Y exactamente lo mismo pasa hoy con su nieto, otra vez, setenta años después. Esto es terriblemente impactante».
Michalski culpa al director y al trabajador social que no pudieron detener las agresiones antisemitas. Para escapar de la intimidación de hoy, los Michalski cambiaron de escuela. Por razones de seguridad, su hijo no aparece en pantalla.
«Tras esta experiencia, mi hijo empezó a aprender kárate -nos contó Michalski en su casa-. Está bastante orgulloso de haber ganado su cinturón rojo, su primer cinturón de kárate … además de eso, hace musculación y la verdad es que ya aumentó de masa muscular como bastantes otros niños judíos de por aquí también.»
La mayoría de los musulmanes en Alemania respaldan los principios democráticos de tolerancia religiosa.
Pero el servicio de seguridad interior alemán presta especial atención a algunos barrios de Berlín, como Neukölln, y alertan sobre vínculos directos con organizaciones como Hamas y Hezbollah. No hay necesidad de ir de incógnito para tener muestras de odio antisemita abiertamente y ante la cámara.
Abu, vecino de Berlín, nos hizo una demostración sin el menor pudor: «Los judíos deben ser eliminados … Hitler mató al 90 por ciento de ellos, dejó solo el diez por ciento … Eso está bien. Si Hitler no hubiera matado a los judíos en ese momento, habrían tomado el mundo entero».
Pero demos una oportunidad justa a la diversidad, la gran mayoría de los musulmanes consultados aquí se refieren al estilo de vida de Berlín, incluída la idea de coexistir pacíficamente unos junto a otros en una sociedad multicultural.
«Todos somos seres humanos – nos dice Amal, una vecina musulmana de Berlín – independientemente de que seamos judíos, alemanes, cristianos o musulmanes. Hay que respetar a todos los musulmanes, cristianos y judíos de todo el mundo. Todos deben respetarse mutuamente».
«Conocerse para respetarse»: es un gran proyecto de prevención; Ender Çetin y Joelle Spinner participan en él. Equipos de dos personas una musulmana y otra judía van a las escuelas con altos porcentajes de mezcla religiosa. Joelle es activa en la comunidad judía y está casada con un rabino ortodoxo. Ender, durante años, fue el responsable de la mayor mezquita de Berlín.
Les preguntran a los niños en la Beereinkel School si saben lo que es discriminación y obtienen resultados como estos.
Fátima: «Durante mi primer año en la escuela fui un extraño de alguna manera porque no hablaba muy bien alemán… Para mí fue importante todo esto de los judíos y de hablar de la exclusión. No es fácil para nosotros, quiero decir: los niños en general no eligen su religión por sí mismos»
Erik: «Mi madre es polaca, así que también yo soy polaco. Y por eso, mucha gente me dice que soy un ladrón …».
CEM: «Cuando quiero jugar con niños turcos, a veces me excluyen, porque soy kurdo. Los musulmanes, los cristianos y los judíos pueden ser buenos amigos. La amistad es mejor que la guerra».
«Está bien ser y sentirse diferente – les dice Spinner – Pero no está nada bien ser y sentirse excluido».
Hay una necesidad de hablar en contra de cualquier tipo de discriminación. Los niños descubren que los judíos, los musulmanes y los cristianos comparten valores comunes y problemas comunes, preparándose así para aceptar la diferencia de los demás. Conocerse para respetarse: ¿buena idea? ¿mala idea?
En muchos patios de colegios alemanes, se usan palabras de odio antijudío. Hay una necesidad real de esta especie de superhéroes de los derechos civiles, como Ender y Joelle, que se ofrecen como voluntarios para hablar juntos de tolerancia.
Ender Çetin nos explica: «Todo tipo de odio o violencia es malo. Somos creyentes y nos oponemos a todo esto. Nuestras religiones defienden el respeto y la caridad. Y al ser un modelo a seguir, demostramos esto. Por eso estamos aquí.»
«Y también estamos aquí – añade Joelle Spinner- para mostrarles a los niños, que los prejuicios son completamente erróneos. Es decir, algunos niños a veces tienen prejuicios contra los judíos. Invitamos a todos los niños a que lo vean de cerca. Soy judía, pueden preguntarme todo lo que quieran saber…».
La escuela Wöhler de Francfort participa en el programa de convivencia. Por una buena razón, nos explica Carl-Philipp Spahlinger, presidente del consejo estudiantil. Es cristiano, pero hoy usa una kipá también.
Hace unos dos años, en este patio de su escuela, se intercambiaron palabras de odio antijudío entre los niños, pero los profesores reaccionaron de inmediato. Lección aprendida: no esconder los problemas.
En 2001, la escuela lanzó un proyecto de memoria histórica, descubriendo así lo que les pasó a sus alumnos judíos durante el régimen de Hitler.
«Este es el lugar conmemorativo de nuestra escuela donde recordamos a los estudiantes que fueron asesinados durante la época nazi -nos muestra Spahlinger-. Hoy llevamos kipá para protestar contra el antisemitismo. Esta mañana repartimos 130 a la entrada de la escuela. Al mismo tiempo es importante ir más allá: no solo alertamos contra el antisemitismo sino contra todo tipo de discriminación».
Visitamos al rabino Daniel Alter. Durante muchos años, se encargó de controlar el antisemitismo.
En 2012, usando una kipá, fue golpeado. La hija pequeña del rabino vió cómo un grupo de jóvenes musulmanes le rompía el pómulo a su padre.
– Además del antisemitismo «tradicional» en la extrema derecha y la extrema izquierda, ¿Alemania está ahora expuesta a un nuevo antisemitismo «importado»?
– «Por un lado, – nos dice Alter- es una decisión completamente correcta, en mi opinión, que un país tan rico como Alemania, dentro de los límites de sus posibilidades, acoja a la gente que huye de la guerra y la persecución. Eso está bien. Estoy de acuerdo. Pero por otro lado, piense solo en Siria, por ejemplo. Muchos refugiados huyen de sociedades donde el odio contra los judíos y el odio contra Israel son casi parte de la razón de Estado».
– ¿Hay, de nuevo, un problema con el antisemitismo en Alemania?
«En este momento del siglo XXI y en Berlín hay grupos gritando por las calles: Hamás, Hamás, judíos al gas. Esas consignas se gritan hoy en las calles de Alemania. Si surgen grupos de odio contra objetivos determinados surgirán grupos de odio opuestos.
Las acciones simbólicas, como los días de la kipá, no serán suficientes. Los profesores necesitarán formarse para enfrentarse a los discursos de odio a la diversidad. Los padres deben participar. Los trabajadores sociales también necesitan estar al día.
Y aquellos musulmanes recién llegados a Alemania con prejuicios hacia los judíos deberían tener apoyo educativo para deshacerse de los estereotipos antisemitas.