De nuevo Daesh ha atacado casas de cristianos en Mozambique y las ha quemado, según informan los propios terroristas. “Con la bendición de Dios Todopoderoso, y durante la invasión de la deserción, los soldados del Califato atacaron una de las aldeas cruzadas en el territorio de (Cabo Delgao) en Mozambique y cuando entraron en la aldea, la gente huyó con miembros del ejército cruzado mozambiqueño por temor a las espadas de los muyahidines, y quemaron algunas casas”, afirman los yihadistas.
La consigna del estado Islámico, bajo la consigna de derribar la Cruz de Cristo, es la de atacar a los creyentes y a los templos para obligarles abandonar los territorios que pretenden que sean sólo musulmanes.
Es un problema común para todos los países en los que opera Daesh. Recientemente y al cumplirse cinco años de la ocupación de la Llanura de Nínive en Irak por parte del Estado Islámico, lo que obligó a 125.000 cristianos a huir t dejar sus casas, el arzobispo caldeo de Erbil, monseñor Bashar Warda, manifestó a ACN que el pueblo cristiano iraquí ha sufrido siempre “con paciencia y fe la persecución durante 1.400 años”.
“El ataque del ISIS condujo al desplazamiento de más de 125.000 cristianos de sus raíces y nos dejó, en una sola noche, sin cobijo ni refugio, sin trabajo ni propiedades. Sin iglesias ni monasterios, sin la capacidad de participar en ninguna de las cosas de la vida que nos daban dignidad”, agregó.
“Nuestros torturadores nos quitaron el presente mientras que intentaban eliminar también nuestra historia y destruir nuestro futuro (…) el cristianismo en Irak, una de las Iglesias más antiguas está en serio peligro de extinción. Antes de 2003, éramos más de medio millón, el 6% de la población. Hoy tal vez quedan como mucho unos 250.000l de nosotros, quizás menos. Quienes permanecen deben estar preparados para afrontar el martirio”.
En ese sentido explicó que “con cada uno de estos ciclos el número de cristianos disminuye y no por una ‘emigración tranquila’ o por ‘un desastre natural'», sino por “un sistema de creencias que permitió ciclos recurrentes de violencia contra los cristianos, como el genocidio otomano que tuvo lugar de 1916 a 1922”.
“Nunca ha sido, ni fue, ni será una cuestión de igualdad. Fundamentalmente, a los ojos del islam, los cristianos no son iguales. No se nos trata igual, simplemente somos tolerados o no tolerados dependiendo de la intensidad del ambiente yihadista del momento. Porque la raíz de todo está en las enseñanzas de la yihad, que justifica los actos violentos”, aseguró.