Os Agradezco la invitación para venir de nuevo a compartir con vosotr@s y continuar profundizando en un tema que es especialmente atractivo para mí, porque me apasiona hablar de Jesús, y de un modo especial de su manera “escandalosa” de relacionarse con las mujeres de su tiempo, y en general con todo tipo de exclusión y marginación.

Esa forma de relacionarse con las personas fue normativo para la configuración de las primeras comunidades cristianas y debería serlo para nuestra Iglesia hoy.Mis objetivos en esta comunicación no es sólo informar,ofrecer datos que en muchos casos pueden ser conocidos o no,sino otros.

Por un lado, recuperar la memoria perdida, marginada de tantas mujeres significativas en los orígenes del cristianismo,como denuncia de una iglesia que no es hoy la comunidad de iguales que Jesús formó en torno a él.

Por otro quiero que sea una llamada a la esperanza y al compromiso. Romper estructuras injustas, excluyentes, desenmascarar miedos y discursos patriarcales que generan desigualdad.De-codificar creencias parare-codificarlas de nuevo es siempre arriesgado, hay que pagar un alto precio y no siempre somos capaces de ello.

Los seres humanos somos seres que vivimos mal la inseguridad radical que caracteriza nuestra vida y por eso rechazamos todo lo distinto, lo que no se ajusta a la normativa vigente. Descalificamos y castigamos a quienes arriesgan a trasgredir lo “normativo”, (considerado como “normal”), a quienes como es vuestro caso, aceptan que son diferentes y quieren vivir y ser reconocidas en esa diferencia.

Lo distinto nos amenaza, pero en vez de reconocer nuestros miedos, buscamos chivos expiatorios contra los que arremeter.¿Qué os voy a contar de esto a vosotras y vosotros? Pero es posible lograr cambios, desafiar lo establecido y seguir trabajando,luchando por una sociedad pluralista, que sea capaz de vivir la unidad en la pluralidad. Esa bella imagen del arco iris, que os representa.

Es posible y a pesar de que estemos viviendo tiempos de retroceso, la historia avanza en espiral y no podemos perder la esperanza.Por último, mirar a estas mujeres valientes, descubrir su profunda fe y servicio a su comunidad, aunque no siempre fueran bien aceptadas, es una llamada a todas las personas que aquí estamos a aprender a vivir el discipulado de iguales, la pasión por Jesús y su Reino.

Retomo como contexto, para este acercamiento a la importancia de la persona de María Magdalena y de otras mujeres que ejercieron un papel muy importante en sus comunidades, unas afirmaciones de mi conferencia del año pasado sin las que no se puede comprender la revolución (social, política y religiosa) que supuso, en su tiempo, la manera con la que Jesús se relacionaba con las personas y la ruptura de estereotipos, exclusiones, marginaciones, falsas concepciones religiosas.

En la comunidad judía se empezaba el día con una oración que expresaba muy bien la concepción religiosa y lo que para esa comunidad constituía el centro del Reino de Dios.“Te doy gracias señor porque soy judío (no pagano, exclusiónracista) varón (evidentemente varón heterosexual y por tanto no mujer, (exclusión sexual), porque tengo salud (no estoy enfermo, la enfermedad era de alguna manera un castigo o una maldición) y soy cumplidor de la ley (es decir justo no pecador)”.

Desde esta oración está claro quienes pertenecen al centro de la fe religiosa:varones, judíos, sanos y justos y quienes están en la periferia:paganos, mujeres, enfermos, pecadores. Jesús desplazó por completo en su vida este centro y convirtió la periferia en su centro.

Si algo ponen de relieve los textos evangélicos es que Jesús sobre todo dedicó su vida a sanara las personas enfermas, a compartir la mesa con pecadores y ayudarles a recuperar su vida y su dignidad, se rodeó de mujeres haciéndolas discípulas suya (aunque eso estaba prohibido) se abrió a los paganos (realizando con ellos gestos de sanación, señales del Reino de Dios) y lo peor de todo es que cuando la preguntan porqué actuaba así él justifica su conducta aludiendo directamente a Dios…”Así es Dios que hace salir el sol sobre buenos y malos,sobre justos e injustos (Lc 6, 35-36) es más son sus preferidos.

Esa imagen de Dios es para ellos blasfema, de hecho, le acusan de blasfemar, de estar poseído por el demonio.(Mc 3, 20-30) Jesús, como un creyente místico que fue, vivió la unidad fundante entre su Dios y él (Jn 10,30.38) y entre él y toda la humanidad (Mt 25,40.45) y sentía que todo el universo le conmovía y le hablaba de su Creador.Desde esta perspectiva de unidad era imposible para él no denunciar todas las desigualdades y discriminaciones de su sociedad.

Como acabo de decir Jesús no toleró discriminación alguna por razón de sexo (hoy diríamos de identidad sexual y de las diversas maneras de vivir la sexualidad), raza, clase, de salud o enfermedad, por pureza o impureza, por ser justo o pecador.

En estos temas era implacable. Por eso nunca aceptó esa mirada heteropatriarcal del “arriba”y “abajo”, de los dueños y señores y de los que sólo son siervos obedientes al servicio de los de arriba. Como dice Dolores Aleixandre, con su gracia característica, nos has obligado a reubicar todos los adverbios de lugar: lo que él entiende por estar arriba/abajo, dentro/fuera, cerca/lejos no tiene nada que ver con nuestros criterios. Igualmente nos pasa con los “más y los menos”,“grandes y pequeños”, “primeros y últimos”, “justos o injustos”,“ciegos o lúcidos”…6, ¿qué era para él estar arriba y abajo, ser grande y ser pequeño? (Jn 13,12-16; Mc 10,42-45 y par).),No vio con buenos ojos la organización patriarcal (hoy diremos heteropatriarcal) de la familia. No fue para él una institución sagrada, ni un espacio a defender por encima de otros valores.

Desde esa relativización de la familia, creó un orden nuevo de relaciones humanas donde “los lazos de la carne quedan supeditadas a los del Espíritu” (Mc 3,31-35; Mt 12,46-50; Lc 8,19-21).La estructura patriarcal familiar, donde no hay igualdad entre hombre y mujer ni libertad y autonomía para las mujeres, la dejó anulada y, además, la criticó duramente. Y no le paralizó el miedo a crear división en la familia si sus “valores” y organización estructuraban en contra de los valores del Reino. Jesús no utilizó ese dicho peligroso y manipulador de ¡“por la paz…” cualquier cosa!, sino que expresó que, si hay que crear división y “espada” en el seno de la familia para defender el Reino de justicia y amor, él será el primero en hacerlo, porque sólo Dios y su Reino son absolutos, todo lo demás es relativo. (Mt 10,34-38; Mc 13,12; Lc 12,49-53).

En su comunidad no hay lugar para el padre patriarcal.Ese lugar quedará para siempre vacío porque sólo uno es nuestro Padre (Mc 10,19-31; Mt 23,9). Queda claro que la estructura que Jesús quería para su grupo y desde ahí para toda la sociedad como “familia” de Dios, no era al estilo patriarcal, sino que buscaba establecer un orden nuevo de relaciones sin imposiciones, ni exclusiones, ni dominios sino establecer relaciones de respeto, de igualdad fundamental.

Lo dejó muy claro: “yo os llamaré amigos” (Jn 15,15), y lo hizo visible lavando los pies a los suyos y diciéndole a Pedro que si no entiende ese gesto de su maestro no puede formar parte de la nueva familia(Jn 13,6-8).¡Que pena que después de veinte siglos no hayamos podido ofrecer al mundo una nueva familia humana, donde vivamos relaciones no patriarcales!. No lo vivimos en nuestra Iglesia, tan fuertemente jerarquizada patriarcalmente y tan excluyente por tantas razones.

No lo vivimos en nuestras familias humanas, contaminadas también por la misma mentalidad, si bien vamos avanzando aunque sea a costa de tantas mujeres muertas que ya no toleran relaciones de dominio y posesión.No lo logramos en nuestras pequeñas comunidades cristianas, porque también en nuestro corazón, no convertido, sigue existiendo el poder que domina, que quiere estar arriba, mandar,imponer… Este es otro de nuestros pecados, la cizaña de nuestra iglesia y la de nuestro corazón.

No lo estamos viviendo en nuestras sociedades cercanas y lejanas donde la fobia a quienes arriesgan a contradecir los patrones heteropatriarcales de nuestras sociedades llamadas democráticas y pluralistas, parecería que aumenta y se retroceden derechos conquistados a lo largo de los últimos años con mucho esfuerzo. Quienes no soportan la pluralidad porque, en su inseguridad,ven amenazadas su identidad y sus creencias, en vez de abrir sus mentes y su corazón para enriquecerse con la unidad en la pluralidad se parapetan excluyendo, condenando, marginando,proyectando fuera el miedo que sienten dentro.No repito aquí la situación de la mujer en el tiempo de Jesús. Lo hice con detenimiento el año pasado, como síntesis diría que es un ser privado de derechos políticos, económicos, sociales y religiosos y cargada de deberes y obligaciones.

El año pasado presenté muy someramente a María Magdalena, mejor dicho, se presentó ella, pero como era la anfitriona para presentar a otras mujeres compañeras suyas en el seguimiento de Jesús fue muy poco lo que supisteis de ella.

Este año retomo lo nuclear de lo dicho para continuar con aportaciones muy valiosas que, especialmente, la exégesis feminista nos ha ido desvelando de ella.

MARÍA DE MAGDALA, O MARÍA MAGDALENA, es una de las pocas mujeres con nombre en los evangelios y una de las más nombradas, pero sigue siendo una gran desconocida para gran parte de los cristian@s. No solo desconocida sino confundida con otras mujeres, sobre todo presentada como símbolo del pecado sexual, que por supuesto es un pecado “femenino”.Su nombre, aún hoy, sugiere la imagen de una mujer adúltera, prostituta, pecadora arrepentida…son muy pocos los cristiano y cristianas que la asocian con: seguidora de Jesús, apóstol de los apóstoles, testigo privilegiado de la muerte y Resurrección de Jesús.

Se la ha confundido, y aun hoy muchas las personas la confunden, con la mujer pecadora que lavó y ungió los pies de Jesús (Lc 7,36-50); con María de Betania, que también ungió los pies de Jesús (Jn 12, 1-8), con la mujer anónima que proféticamente ungió su cabeza (MC 14,3-9; Mt 26, 6-13) incluso con la mujer sorprendida en adulterio (Jn 8, 3-11).Su nombre se convirtió en el prototipo de “pecadora pública”. Y pasó a encarnar la arcaica relación entre belleza, sexualidad y pecado femenino.Ella será por los siglos la gran pecadora arrepentida, la “llorona”, así el débil sexo femenino ya tenía una santa penitente a quien invocar e imitar.

El evangelio de Lucas habla de ella con estas palabras: “Y sucedió a continuación que iba por ciudades y pueblos proclamando y anunciando la buena Nueva del Reino de Dios y los doce con él. Y algunas mujeres que habían sido curadas de espíritus malignos y enfermedades: Maria, llamada Magdalena, dela que habían salido siete demonios…y otras muchas, que les servían con sus bienes.” (Lc 8,1-3). En el capítulo anterior narra la historia de una conocida prostituta que, entrando en la casa del fariseo, besa y unge los pies de Jesús (Lc 7, 36-50), Lucas no dice su nombre, pero comentaristas bíblicos van identificando “espíritus malignos y siete demonios” con “pecados sexuales”, convirtiéndola en prototipo de “pecadora sexual” o “ pecadora carnal”.

A Eva la pecadora del Antiguo Testamento ya le había salido sustituta en el Nuevo. Así quedará marcada la condición femenina: nosotras somos las “pecadoras”.No todas las tradiciones desfiguraron su realidad.

Durante los primeros siglos de la Iglesia coexistieron dos tradiciones bíblicas sobre ella. En algunas comunidades cristianas, en las que las mujeres ejercían un ministerio oficial, María Magdalena era reverenciada como primera testigo de la resurrección de Jesús. Ireneo, Orígenes y San Juan Crisóstomo me nombraban como “apóstol de los apóstoles”.Parece que la confusión sobre su identidad se remonta al siglo tercero, ya San Agustín la confunde e identifica con la pecadora, pero esta tradición queda fijada por el papa Gregorio Magno ((540-604) que pone fin a las “confusiones” declarando, que “María Magdalena, María de Betania, y la “pecadora” de Lucas, eran la misma persona. La “autoridad” papal una vez más niega a las mujeres el papel privilegiado que nos había concedido Jesús y relegará a María Magdalena durante muchos siglos al papel de “la pecadora”.

En el Renacimiento y Barroco los artistas utilizaron de una manera exhaustiva su imagen llena de sensualidad, belleza, seducción, tentación y arrepentimiento. Basta hacer un recorrido por las representaciones pictóricas y esculturales para reconocer esta afirmación. La han representado casi siempre con una mezcla de sublimación espiritual y erotismo tan típica de la manera patriarcal de mirarnos a las mujeres.Hoy voy a intentar desvelar algo más de su identidad, unas veces los datos se encuentran en los cuatro Evangelios, otros muchos están recogidos en los llamados Evangelios Apócrifos de los siglos II – IV ( el evangelio de Tomas- que algunos estudiosos datan de fines del siglo I-, Pistis Sofia, el Evangelio de Felipe, el diálogo del Salvador, el evangelio de Pedro, el Evangelio que lleva su nombre El Evangelio de María, que muchos han creído que se trataba del Evangelio de María, la madre de Jesús) o bien, a tradiciones perdidas y recogidas a veces en literatura profana, incluso a representaciones artísticas. Os recuerdo que el Canon del Nuevo Testamento no se cerró hasta el siglo IV y por tanto muchos cristianos de los primeros siglos consideraron algunos de los escritos, después considerados apócrifos, como Sagrada Escritura.

Hoy, gracias sobre todo a las teólogas y biblistas feministas, hay una abundante documentación sobre su persona.Pero de nuevo hoy le doy la palabra a ella misma para que siga desvelándoos su identidad:¿Qué deciros de mi relación con Jesús? Queda para siempre como secreto entre Él y yo, cómo y cuándo nos conocimos y cuál fue la hondura de nuestra relación. Lo que sí quiero deciros es que yo antes de convertirme en discípula suya fui sanada por él.

Mi persona estaba rota en mil pedazos, enferma de cuerpo y de “alma”, deprimida y destrozada, ansiosa de amar y de ser amada. Esa situación, terriblemente dolorosa, los Evangelios la nombran como “posesión de espíritus malignos”. Los “demonios” encarnan los poderes y estructuras deshumanizantes que se oponen al Reino, sin sinónimos de dolor, destrucción, muerte, enfermedad.Mi situación era grave, pero Él me liberó del todo, me curó física y psíquicamente. La expresión de que fui curada de “siete demonios” es expresiva.

El número siete es un número simbólico que expresa plenitud, curación total, como un nuevo nacimiento. Murió la mujer destrozada y enferma para renacer la mujer unificada, sana, llena de vida y discípula. Él me sanó y yo le respondí con mi amor, con mi entrega y mi servicio incondicional, es decir convirtiéndome en amiga y discípula suya para siempre.Aprovecho para deciros que ojalá tengáis esa experiencia, reconocer los “demonios” que anidan en cada corazón, exponerlos a su misericordia y experimentar la curación total que nos devuelva a la vida como seguidor/as apasionad@s de Jesús y la construcción de su Reino para siempre. Es una experiencia de resurrección inolvidable.

Quiero también desvelaros mi identidad de discípula. Los evangelistas reconocen claramente que un grupo de mujeres seguíamos a Jesús y yo era una de ellas, lo dice claramente Lucas, (8, 2b-3; 23,49; 23,55, 24,10) y también Marcos cuando al narrar la muerte de Jesús dice que nosotras que estábamos allí, “mirando de lejos”, éramos las que le habíamos seguido y servido desde Galilea y habíamos subido con Jesús a Jerusalén. (Mc15,40) (Cfr también Mt 27,55-56).

Aunque ya lo sabes, sólo quiero recordarte que “servir y seguir” son dos verbos estrechamente relacionados en los evangelios. De hecho, el verbo “diakoneo” cuando aparece vinculado a un nombre masculino es siempre más que prestar una ayuda material, es un servicio que se traduce en acogida, auto donación y disponibilidad. Cuando aparece vinculado al nombre de una mujer es “servir con nuestros bienes,“Si alguno me sirve que me siga, y donde yo esté, allí estará también mi servidor. (Jn 12,26)“Servir” es la característica esencial del discipulado, tanto de varones como de mujeres, para hacer verdad la actitud de Jesús que “no ha venido a ser servido sino a servir” (MC 10, 40).Viví con profundo agradecimiento y perplejidad esa libertad de Jesús de incorporarnos a nosotras las mujeres en su seguimiento.

En mi mundo judío las mujeres no podíamos adquirir la categoría de“discípulas” de rabinos, la Ley lo prohibía, pero Jesús una vez más rompe con las normas establecidas por mi sociedad patriarcal. Le seguí con todo mi corazón, con toda mi mente y con todas mis fuerzas y le seguí no sólo en Galilea, sino que con Él “subí a Jerusalén”. “Subir a Jerusalén” es una expresión cargada de simbolismo en los Evangelios, significa aceptar compartir no solo la vida de Jesús, sino también su suerte y su destino.

Significa seguirle hasta la cruz. Mientras los discípulos en el momento final muertos de miedo huyen, nosotras un grupo de mujeres, también muertas de miedo, le seguimos y estuvimos allí presentes en el Gólgota, es decir le seguimos hasta el final.Amaba tanto a Jesús que me resulto fácil seguirle durante su vida pública, disfrutaba con su sabiduría y su ingenio, desbordaba de alegría al ver su libertad, se me salía el corazón del pecho al contemplar su misericordia entrañable, le admiraba cada vez más al descubrir su insólita libertad…

Pero cuando las cosas empezaron a ponerse difíciles para él y los suyos, cuando se masticaba el odio y las ganas de quitarlo del medio, también a mi me entró el temor, conocía bien a las autoridades políticas y religiosas de mi pueblo, sabía la suerte que habían seguido muchos profetas y sabía que Jesús terminaría mal.

Él no se doblegaba, no dejaba de decir y hacer lo que sentía que era el proyecto de su Dios y mi dolor por lo que le pudiera pasar no es fácilmente explicable.Por eso cuando Jesús subió a Jerusalén en plena Pascua judía me temí lo peor y junto a otras amigas y discípulas decidimos “subir con Él a Jerusalén” y no dejarlo solo. Hoy sólo quiero compartir con vosotras y vosotros, con gratitud y nostalgia aquella comunidad en torno a Él, donde de verdad hombres y mujeres formamos una comunidad de iguales y animaros a que no renunciéis a esta utopía, seguid luchándola, algún día será de nuevo verdad, y no habrá ningún tipo de exclusión por razones de sexo, raza, identidad sexual, ortodoxias o heterodoxias.

Entre tanto seguid a Jesús, en los momentos fáciles yen los difíciles, buscad compañeras y compañeros de camino que os alienten, y en este seguimiento dejaos cada vez más seducir por su persona.Además de discípula fui amiga profunda de Jesús. Los Evangelios canónicos nada dicen de mi amistad profunda con Jesús, ni de cómo fue mi vida como discípula ni de mis dificultades para mantener mi situación de preferencia en su vida.Algo de todo ello guardan memoria los Evangelios Apócrifos.

Yo fui una mujer importante en la vida de Jesús, gocé de una cercanía y preferencia que me trajo problemas mientras vivió y también después de su muerte.Por si no has tenido acceso a los Evangelios Apócrifos recupero aquí algunas de las cosas que dicen de mí. El Evangelio de Felipe, que parece tuvo su origen en Siria, en los alrededores de Antioquia, se suele datar entre finales del siglo II y principios del III, pone de relieve las preferencias de Jesús por mí. De entre las cosas que dice rescato: << Había tres que siempre iban con el Señor: María su Madre y su hermana y Magdalena que fue llamada su compañera. Porque María es su hermana, su madre y su compañera”>> (59,6-119)<<Y la compañera del salvador María Magdalena. Cristo la amaba más que al resto de los discípulos y solía besarla en la boca a menudo. El resto de los discípulos se ofendieron por esto y lo manifestaron.

Ellos dijeron: ¿Por qué la amas más que a nosotros? El salvador les contesto y les dijo: ¿Por qué no os amo como a ella? (69)El Evangelio de María escrito en copto sahídico y copiado en el siglo V. Es un texto con lagunas, faltan las primeras páginas y algunas del centro. Se hallaron unos fragmentos griegos, que contienen parte de esta obra, datados de principios del s.III.

La calidad es inferior a la versión copta por lo que los estudiosos deducen que la versión original griega es anterior, posiblemente de mediados del siglo II.Recojo ahora sólo los textos donde se pone de relieve el papel relevante que tuve en la vida de Jesús. <<Pedro dice a María:Hermana, nosotros sabemos que el Salvador te ha amado más quea todas las otras mujeres, cuéntanos…>> y más adelante el mismo Pedro pone en duda ese dato y expresa: << ¿Es que el Señor iba a elegirla y preferirla a nosotros? Leví me defiende y le dice a Pedro: <<El Salvador la conocía bien y por eso la amaba más que a nosotros>>Si Jesús me amó más o menos que a Pedro y sus discípulos sólo Él lo sabía, pero sin duda, yo tuve la suerte de vivir esa experiencia de saberme única y especial para Él.No fui yo sola quien tuvo esa sensación, Jesús tenía una capacidad inigualable de hacernos sentir a cada una de sus amigas y amigos, únicos e irrepetibles, importantes para El.

También gocé de su intimidad y de revelaciones profundas en relación al Reino y la sabiduría que desbordaba su corazón. Pasé muchas horas escuchándole no sólo con los oídos sino sobre todo con el corazón. Pues es ahí en el corazón donde se “conoce” la verdad, los ojos nos engañan muchas veces, y los oídos pueden estar sordos aunque oigan, si no saben “escuchar”.

Desde la experiencia de ser discípula amada de Jesús, quiero hoy animaros a que no dejéis de prestar vuestros oídos atentos a sus palabras que siguen vivas, no sólo en la Escritura, sino en la realidad cotidiana. Aprended a hacer de vuestros oídos, oídos de discípul@s, no de maestr@s que se lo saben todo y no tienen nada que aprender de la vida. Sólo así alcanzareis y gozareis de la verdadera sabiduría.Seguir a Jesús nunca fue fácil. Es una “loca” decisión, con pocas seguridades y muchos riesgos, pero también, cuando ha acontecido el encuentro con su persona, todo eso queda relativizado, pues puede más el gozo de haber encontrado el tesoro escondido en el campo de tu propio corazón y del corazón del mundo.Eso me pasó a mí, después de mi encuentro sanador y salvador con Jesús ya todo cambió en mi vida, mi jerarquía de valores quedó trastocada y mi corazón, enamorado y seducido por Jesús y sus sueños sobre el Reino de Dios, ya no tenía otra pasión.Pero los “demonios” que habitan en nuestro corazón y en todas las sociedades de todos los tiempos, no se expulsan de una vez para siempre, acechan siempre y hay que vivir vigilantes, como una y otra vez dice Jesús, para que no vuelvan a apoderarse de ti. Yo tenía que luchar con los demonios de mi corazón, pero también con los demonios de mi sociedad, injusta, discriminatoria, patriarcal y machista.

El hecho de que Jesús nos haya llamado para formar una comunidad de iguales en torno a Él, no fue tarea fácil de hacer verdad, los prejuicios ancestrales, las diferencias de carácter, opciones políticas, ideológicas, sexuales…las envidias, luchas de poder, protagonismos no quedaron abolidas por ello.

Jesús una y otra vez intentaba educarnos en que los primeros son los que mejor sirven y los últimos serán los primeros en su Reino, pero eso era difícil de encajar en nuestra pobreza espiritual.Para nosotras, las mujeres, fue muy difícil soportar la extrañeza con la que los varones vivían la opción igualitaria de Jesús, y peor aún la rivalidad por el protagonismo de las mujeres en su vida y misión.

De un modo especial el conflicto entre Pedro y yo, del que quedan huellas en los Apócrifos, sólo es un símbolo del conflicto que supuso nuestra incorporación a tareas de autoridad y poder en igualdad de condiciones con los varones.

Era, y sigue siendo, muy difícil no sólo compartir el poder sino reconocer nuestra igualdad y derecho a compartirlo con ellos. En esto la novedad de Jesús sigue sin ser estrenada aún hoy.

Huellas de ese conflicto están recogidas por el Evangelio de Tomás, que algunos estudiosos sitúan escrito a finales del siglo I o comienzos del II donde Pedro pide a los discípulos que “ María nos deje, pues las mujeres no son dignas de la vida” (Logion 114).

De un modo más claro, el Evangelio que lleva mi nombre, el Evangelio de Maria narra el episodio siguiente, yo acaba de expresar una revelación que ha tenido del Resucitado y dice el texto: “Cuando acaba, Andrés permanece escéptico y Pedro irritado. Andrés responde y dice a los hermanos: <<Digáis lo que digáis sobre lo que ella ha dicho, en lo que a mí concierne, no creo que el Salvadorhaya dicho eso.

Estas doctrinas son ideas extrañas>>. Pedro responde y habla de cosas parecidas, él les pregunta respecto al Salvador_ << ¿Es qué iba a hablar él con una mujer en secreto y no abiertamente? ¿Debemos cambiar nuestras actitudes y escuchar a esta mujer?. ¿Iba a preferirle él a nosotros?>> Entonces María llora y dice a Pedro:<<Mi hermano Pedro, ¿qué es lo que tienes en la cabeza?. ¿Crees que yo me he inventado eso o que miento a propósito del Salvador?. Leví responde y dice a Pedro:<<Pedro, tú siempre has sido colérico. Ahora veo que te encarnizas con la mujer como si fuera los adversarios. Puesto que el Salvador la ha juzgado digna, ¿Quién eres tú para rechazarla?>> Leví termina la discusión diciendo: <<Revistámonos del hombre perfecto y partamos, cono nos lo pidió, a proclamar el evangelio, sin establecer otra regla y ley que la que el Señor dijo>>”. Que así sea.El dolor de un adiós. (M 15,14. 47 ; Mt 27,55; Lc 23, 49.55; Jn 20,13.15)Uno de los momentos más duros de mi vida fue ese “mirar” cómo lo crucificaban, no era un mirar ajeno, era un mirar que alcanzaba las entrañas y las rompía de dolor, era sentir en mi cuerpo la com-pasión que tantas veces había percibido en Jesús, padecer con, sentir en tu cuerpo como propio el dolor del otro amado. Con el corazón roto, pero con mis pies firmes, permanezco allí fijándome con detenimiento en todo lo que está pasando. Su sed, su dolor, su soledad me traspasan el corazón.

Pero me consuela que él sabe que estamos allí junto a su cruz, recogiendo su herencia, aprendiendo a permanecer a los pies de todos los crucificados de la historia. No sé dónde están los discípulos, allí estábamos las mujeres, juntas llorábamos e intentábamos consolarnos, pero no era posible.Sí, lloraba mucho, no podía contener las lágrimas que brotaban a raudales, lloraba por su dolor, lloraba de rabia por la injusticia que se estaba cometiendo con él, lloraba por la pérdida dela persona que más amaba.

Pero mi llanto no debilitó mi fortaleza para permanecer, junto su madre al pié da la cruz, para estar presente mientras lo bajan de la cruz y estoy muy pendiente de constatar dónde lo entierran pues yo ya he decidido que voy a ir a embalsamar su cuerpo como Él se merecía y mi amor me pedía.

Era necesario saber afrontar el dolor del “adiós” de la persona amada, saber hacer el duelo no reprimiendo mis sentimientos, ni queriendo amordazarlos, ni adormecerlos.El adiós es una experiencia humana por la que pasamos muchas veces en la vida y es bueno saber afrontarla lo mejor posible, dejar al llanto su palabra, buscar ayuda en las personas queridas que pueden entender tu dolor, hacer aquello que tu corazón te dicte y confiar en la fuerza interna del propio corazón y del Dios de la vida para poder “resucitar” y volver a decir “hola”, de nuevo, a la Vida.¿Cómo vivís vosotr@s vuestros duelos, adioses, y pérdidas? No reprimáis el dolor, no os lo traguéis en soledad, consuela tener cerca personas amigas con las que compartirlo.Primera testigo apostólico de la Resurrección(Mc 16,1-8. 9-11); Mt 28, 1-20; Lc 24, 1-12; Jn 20, 1-19).Las fuentes evangélicas guardan memoria y hacen justicia a otro de los “escándalos” que Jesús, ahora resucitado, seguía provocando: las primeras testigos del acontecimiento nuclear del cristianismo, que Dios resucitó a Jesús de entre los muertos, somosnosotras las mujeres.

El acontecimiento decisivo para conceder el título apostólico, (Act 1,21-22) ser testigo de la Resurrección, se nos concede la gracia de ser nosotras testigos de excepción. Es que Jesús en su vida histórica y después de resucitado sigue siendo Él mismo, el que derriba del trono a los poderosos y exalta a los humildes, el queda la vuelta a los valores establecidos, el que pone en lugares preferentes a quienes la sociedad no valora, ni reconoce y proclama los nuevos valores del Reino.No es sorprendente que una y otra vez “ellos no nos creyeron”y Jesús resucitado les eche en cara su incredulidad (MC 16,14).

No fue fácil para los judíos aceptar este dato escandaloso y sorprendente, las mujeres no teníamos credulidad para declarar ante los tribunales ¿cómo íbamos a tenerla para un acontecimiento de esta categoría? Quizá esto explique por qué Pablo en su primera carta a los Corintios, (15,5-8) un texto muy antiguo, no me nombre a mí, ni a ninguna de las mujeres como testigos de la resurrección.

Allí en la tumba vivimos una experiencia que no sabemos explicar más que de forma metafórica y simbólica, pero era verdad Jesús vivía, Dios estaba de su parte y lo había rehabilitado y con él todo lo que defendió y por lo que luchó.Jesús estaba vivo, la muerte no había podido con Él y en Él todas las personas estamos convocadas a la resurrección. Toda la esperanza secular de mi pueblo estalló en mi interior como un volcán. Dios es fiel y no abandona a los suyos al poder de la muerte.

Él estaba vivo para siempre, ni la muerte podrá separarnos. Esto fue lo más importante que me pasó en mi vida, la experiencia de mi encuentro con el Resucitado y ésta es una experiencia que puede alcanzaros a cada persona en cualquier momento, si no te ha alcanzado ya. Tú no dejes de buscarle, no dejes que se apague el amor, no pierdas la esperanza. El está presente como El Viviente en el corazón de la Historia que tanto ama.María Magdalena: Apóstol de los ApóstolesDespués de la profunda emoción del encuentro con el Resucitado, Él me confiere una misión << Vete y diles…>> era la confirmación de mi misión como apóstol de mis hermanos los apóstoles. Yo, era enviada a proclamar la gran noticia: que Jesús había resucitado de entre los muertos y nos esperaba a tod@s en Galilea.Se me confiaba la gran misión de ser testigo de lo que había “visto” y “oído” la nueva identidad de Jesús, el Crucificado era el Resucitado. Ya no era lo mismo pero era él mismo.Con el corazón desbordante de alegría corrí a comunicarle a Pedro y a los demás discípulos que El había resucitado Entré donde ellos estaban y les dije que había visto al Señor yles comuniqué todo lo que El me había dicho.

No podían creerme, era demasiado para ellos y era demasiado para mí. ¿Cómo yo, una mujer, iba a ser la primera depositaria de esa revelación?.De todos modos, Pedro y Juan salen hacia el sepulcro y aunque ven las cosas tal y como les dijimos, no pueden creerlo. Como mucho, como dirán después los discípulos de Emaús, les dimos “un susto”, pero… creer que la revelación de Dios acontece en dónde ellos sólo ven irrelevancia, en el no poder, no saber… ¡eso no!.Pero eso no les pasó solo a ellos, ¿no os pasa a vosotras también, no seguís esperando que las grandes y significativos cambios vengan de “los importantes”, los que tienen autoridad, poder, “sabiduría”? Pues, una vez más, la Vida se estaba revelando a los pequeños, a quienes la sociedad, discrimina, no considera significativos, ni “valiosos”.No sé si puedes hacerte una idea de lo que esa experiencia supuso para mi vida, quizá si algún día te has sentido como yo, ante una tumba vacía, al límite de tu dolor y de tus fuerzas y alguien te llama por tu nombre y te devuelve la esperanza y la Vida…

Nuestra vida como la suya está en sus manos y nada ni nadie se la va a arrebatar. Esta era la BUENA NOTICIA definitiva, EL AMOR ES MAS FUERTE QUE LA MUERTE.LAS MUJERES EN LAS PRIMERAS COMUNIDADESCRISTIANAS.Pero no fue sólo ni mucho menos, María Magdalena, la única mujer que tuvo un lugar preeminente en las primeras comunidades cristianas. La fórmula bautismal que recoge Pablo en su carta a los Gálatas “ya no hay más judío ni griego, esclavo ni libre, varón y mujer, pues vosotros sois todos uno mediante el Mesías Jesús” (Gal3,28) era normativa para esas primeras comunidades,constituimos durante algún tiempo una comunidad de iguales,aunque pronto el patriarcalismo social dominante y el escándalo que esa igualdad significaba terminó contaminando a nuestras comunidades que poco a poco fueron excluyéndonos de todos los puestos de responsabilidad y decisión.

Pero de todos modos han quedado huellas de mujeres en puestos significativos.1.2 Junia apóstol ilustre ( Rom16,7).Soy Junia apóstol. Quizás te sorprenda hasta mi nombre,pues durante siglos he estado oculta bajo un nombre masculino: Junias. Aún hay hoy traducciones de la Biblia que ocultan mi identidad.

¿Cuál es el motivo por el que me la han negado?. Pablo, en su carta a los Romanos, me nombra junto a mi compañero Andrónico y dice de nosotros: «Parientes y compañeros de prisión, ilustres entre los apóstoles, que se entregaron a Cristoantes que yo» (Rom16,7).El título de apóstol que Pablo nos reconoce, ahí en los orígenes del cristianismo, era inconcebible aplicado a una mujer,por tanto decidieron añadir una «s» y transformar mi nombre latino Junia, nombre femenino muy frecuente y atestiguado como tal, en un nombre masculino Junias o incluso convertir mi nombre en un diminutivo del nombre de varón «Junianus».

Hasta hace muy poco nadie ha denunciado éste robo de mi identidad y de la proclamación del título de apóstol a mi, una mujermuy próxima a Jesús. 8 Cf. E. FIORENZA SCHÜSSLER, o.c., 218-219.16No te olvides que, situarme creyente en Jesús antes que Pablo, es remontarse a la comunidad de Palestina en los años 30-32, tal como el famoso exégeta Lohfink nos reconoce.»Apóstoles», para Pablo, eran los que habían sido enviados oficialmente por una comunidad (2Co 8,23; Flp 2,25) o por el mismo Resucitado (2Co9,1; 15,7). Pablo recuerda que Jesús resucitado se apareció no solo alos amigos y amigas más íntimas y a los «apóstoles oficiales» sino a»más de quinientos hermanos a la vez, de los cuales la mayoría deellos viven» (1Co 15,6).Ya son varios los/as exégetas que hoy nos reconocen perteneciendo al grupo de apóstoles enviados por el mismo Resucitado y formando parte de los y las misioneros/as judeo-cristianos/as del círculo de los apóstoles de Jerusalén. A esa comunidad primitiva pertenecimos. Huimos de Jerusalén después del martirio de Esteban, como otros hermanos y parejas cristianas. Así nos convertimos en misioneros/as ambulantes, apóstoles, profetas… Andrónico y yo sufrimos persecución y cárcel por nuestra feen Jesús y allí coincidimos con Pablo. Fue entonces cuando nos conocimos y, después de salir de ella, tuvimos un lugar importante en la iglesia de Roma junto a otras parejas como la de Prisca yAquila e innumerables mujeres.

Esta historia nuestra, en especial esta historia mía, es desestabilizadora y pone en cuestión muchas de las afirmaciones que se han venido haciendo sobre nosotras las mujeres y nuestro papel en la Iglesia primitiva.Como ya has sabido y seguirás descubriendo, por las comunicaciones de mis compañeras de fatigas cristianas, hemos sido: fundadoras de Iglesias domésticas, predicadoras y misioneras,diáconos, patronas, ministros y apóstoles como Pablo y Bernabé. Si hoy la Iglesia institucional es honesta con la realidad tiene que reconocer que estos datos rompen con la “tradición” de que sólo los hombres podían tener estos títulos. Un matrimonio, Andrónico y yo Junia, somos reconocidos como «ilustres entre los apóstoles” en los orígenes mismos del cristianismo.

Ser nombrados apóstoles por Pablo supone el reconocimiento de nuestro papel de liderazgo en momentos muy cercanos a Jesús de Nazaret. Empleamos toda nuestra inteligencia para acoger y comprender su mensaje y trasmitirlo con la máxima fidelidad posible.

Ese ser testigo de Jesús y su Reino es lo esencial de nuestra misión de apóstoles. Ser apóstol es llamada vinculada al bautismo, requiere capacidad de acoger la palabra de Jesús en la cabeza, en el corazón, en las entrañas y dejar que se haga verdad en nuestra vida. Sólo así podremos testificar con nuestro cuerpo el seguimiento de Jesús.¿Vives tú así tu vocación bautismal? A vivir así vuestro bautismo os animamos a todos/as a abrir vuestras mentes a la novedad desconcertante del mensaje de Jesús, a asumir el trastrueque profundo de valores y modos de ver y situarse en la realidad tal como él lo hizo y como nos lo propuso a quienes fuimos sus seguidores/as para que también vosotras podáis seguir viviendo en la Iglesia de Jesús como apóstoles en vuestro mundo, tal como nosotros/as lo fuimos en el nuestro.

Por eso ¡no os desaniméis ante las constantes negativas a aceptaros como miembros con plenos derechos en la Iglesia, a no permitiros a ejercer funciones de liderazgo en la Iglesia actual…¡vuestros derechos terminarán siendo reconocidos antes o después!¡No perdáis la esperanza! ¡Seguid luchando! Y, sobre todo, seguid siendo apóstoles de la Buena Noticia de Jesús, una Noticia que vuestro mundo necesita y anhela. Junia, apóstol de la Iglesia de Jesús.2.3 PRISCA Y AQUILA UNA PAREJA MISIONERA y FUNDADORA DE COMUNIDADES EN LA IGLESIA PRIMITIVA Somos otra pareja misionera, yo Prisca o Priscila (como me llaman algun@s) y mi esposo Aquila que, como otras muchas, desempeñamos un papel significativo en los comienzos del cristianismo.

En esta comunicación, aunque vivimos juntos esta aventura cristiana, soy yo Prisca, quien toma la palabra, pues, aunque te parezca raro tuve un papel especialmente relevante en esos primeros tiempos cristianos.Quizá la primera noticia que tengas de nosotros la hayas encontrado en los Hechos de los Apóstoles (Hch 18,1-3). Cuando Pablo, después de su fracaso en Atenas, allá por los años 49-50,llega a Corinto y acude a nuestra casa a pedirnos alojamiento. No sólo le acogimos en casa, sino en nuestro negocio familiar, pues como él éramos tejedores de lonas para la fabricación de tiendas.Nosotros éramos helenistas judíos que ya conocíamos a Jesús cuando Pablo llegó a Corinto, pues habíamos formado parte de una comunidad de judeo-helenistas en Roma antes de ser expulsados de allí por el emperador Claudio.(Hch 182).

Recuerda que a Roma llegaron muy pronto judeo helenistas procedentes deJerusalén y Antioquía. No olvides que en los orígenes l@s creyentes en Jesús seguíamos formando parte del judaísmo,asistíamos a las sinagogas y aún no formábamos una «religión»distinta.Tenemos muchas cosas que contarte de nuestra actividad como misioneras, fundadoras y sostenedoras de varias comunidades cristianas De nuestro liderazgo en las primeras comunidades quedan algunas huellas, pocas, pero significativas. Comenzamos por llamarte la atención de que somos nombrad@s 6 veces en el Nuevo Testamento, en las cartas de Pablo y en los Hechos de los Apóstoles, (Rom 16, 3-5; 2Tm 4,19;Hch 18, 2-4.18.26, 1 Co 16,19) y de ellas 4 veces, yo Prisca, soy nombrada delante de mi esposo. Esto sería inconcebible a no ser porque yo ocupaba un lugar preeminente en la comunidad que se reunía en nuestra casa.

Pero de todo ellos te iremos hablando con detalle. Pablo nos presenta en una de sus cartas como «colaboradores»suyos, término que utiliza para hablar de Apolo, Bernabé, Timoteo…No es ésta una denominación de subordinación, sino que Pablo utiliza este término para hablar de aquellos que junto a él «trabajan duro y se afanan por el evangelio» (1co16,16) y recomienda a los Corintios y Tesalonicenses (1Tes 5,12) que respeten y sean»sumisos a ellos».

Es decir, nos reconoce como predicadoras y líderes de nuestras comunidades.Nosotros no somos una excepción, en las primeras comunidades cristianas vivíamos la vocación misionera como algo esencial a nuestra fe y era muy frecuente la predicación ambulante de dos en dos – parejas o no-. Eso hizo posible la rápida expansión del cristianismo.

El encuentro con Jesús y su causa producía en nosotr@s tanta alegría que necesitábamos compartirla con los demás. Nos sentíamos tod@s responsables de expandir nuestra fe en Jesús.

Hoy queremos dirigirnos a vosotr@s para haceros algunas preguntas que nos gustaría pudieras contestar personal y comunitariamente:¿Tú también sientes que el encuentro con el Resucitado vivo hoy en la historia y en tu comunidad moviliza en ti esa energía misionera? ¿Te crees tú que lo de Jesús merece la pena y que hacer verdad su proyecto hoy en el mundo serviría para hacerlo más humano y por tanto más justo? ¿Sientes deseos de compartir y proclamar a los cuatro vientos que vivir » a su aire» merece la pena? O por el contrario crees que eso de «ser misioner@s» les corresponde a algunos profesionales, especialistas, los especialmente llamados para ello y no vives esto como una dimensión propia de tu vocación cristiana?Cuando Pablo nos conoció en Corinto, como te dijimos anteriormente, se asoció con nosotros en nuestro negocio y el tiempo libre lo dedicaba a predicar en la sinagoga judía, por cierto sin mucho éxito, y con bastantes problemas, por afirmar que Jesús era el Mesías esperado, (Hch 1812-17). Pero, a pesar de todo, Pablo permanece allí formando una comunidad que se reunía en nuestra casa. Pasado un año y medio aproximadamente (Hch18,11) viajamos con él hasta Éfeso donde permaneció muy poco tiempo allí.

Se fue y nos dejó con la esperanza de que nosotros continuásemos la predicación del evangelio y la formación de una comunidad prometiéndonos que volvería pronto.(Hch18,21)Pablo era un predicador ambulante que no permanecía mucho tiempo en las comunidades, sino que, una vez que las ponía en marcha, éstas se sostenían gracias a las personas que de alguna manera presidían o coordinaban esas comunidades domésticas y al dinamismo de la fe del propio grupo.A ésta ciudad de Éfeso llegó Apolo, un judío procedente de Alejandría.

Era un «hombre elocuente y muy versado en la Escritura. Éste había sido instruido en el Camino del Señor,hablaba con entusiasmo y enseñaba con exactitud lo relativo a Jesús, aunque no conocía más bautismo que el de Juan.» (Hch18,24-25.).Juntos lo escuchábamos en la sinagoga admirados de cómo hablaba de Jesús, pero yo pronto me di cuenta de que era muy valiente pero no tenía suficiente formación sobre el Camino de Dios que se había manifestado en Jesús y lo invitamos a nuestra casapara instruirlo mejor. De esta tarea me encargué yo principalmente. Este hecho de alguna manera queda reflejado en que el texto original me nombra a mí antes que a mi esposo. Así lo recoge por ejemplo la traducción de la Nueva Biblia Española, pero no la Biblia de Jerusalén que pone delante a Aquila. El problema es antiguo y refleja una vez más el sesgo androcéntrico no solo de texto original sino de los diversos manuscritos y traducciones.

El estudio actual de los manuscritos diversos muestra las variantes que hay entre ellos. En este caso concreto, varios manuscritos han sido modificados y muestran la dificultad para aceptar que yo tuviera un rol de «maestra» de Apolo. Esto motivó la variante de poner delante a mi marido Aquila como su instructor.

Parece que, a los ojos de algunos, Apolo desmerecería como apóstol si su instructora fuese una mujer.10.Dejando de lado esas injusticias patriarcales seguimos contándote nuestra experiencia creyente, pues tampoco para nosotros era fácil seguir el Camino de Jesús, no sólo por sus enseñanzas y propuestas, sino por las dificultades añadidas de rechazo, persecución, amenazas de muerte.

La coherencia evangélica es un revulsivo para las sociedades, sobre todo, cuando pone en cuestión que el dinero y el poder son los valores supremos a los que hay que sacrificar la verdad. En Éfeso Pablo y tod@s nosotr@s tuvimos serios problemas no sólo con los judíos, por razones religiosas, sino con los habitantes de la ciudad especialmente con el platero Demetrio porque la predicación cristiana reducía sus ganancias, aunque él camuflase sus intereses con argumentos religiosos. (Hch 19,23-40).

¿Te suena de algo esta artimaña?.Con todo ello sólo queremos compartir con vosotr@s que también nosotros expusimos nuestra vida por el evangelio y para salvar a Pablo de la furia de sus enemigos tal como él loexpresa a los Romanos «ellos por salvar mi vida expusieron sus cabezas, y no soy yo sólo quien les está agradecido, sino todas las iglesias del mundo pagano» (Rom16,4).Os seamos que las dificultades del presente no os hagan nunca abandonar vuestra fe.

Pero también queremos hablaros de nuestra colaboración en la formación, presidencia y mantenimiento de algunas de las Iglesias domésticas en Corinto, Efeso (2Tm 4,19,Hch 18, 2ss) y Roma 8(Rom 16,19).Las iglesias domésticas fueron un factor decisivo en el movimiento misionero cristiano en la medida que proporcionaba espacio, apoyo material y una dirección real para la comunidad. Era el lugar donde l@s primer@s cristian@s celebrábamos la Cena del Señor y nos formábamos en la Buena Noticia.

En estas iglesias domésticas varones y mujeres compartíamos por igual el liderazgo y y diakonía sin discriminación alguna. Cuando en las cartas de Pablo lees «la iglesia que se reúne en su casa», en este caso nuestra casa, (1Co,16;19; Rm16,5) o bien la «Iglesia de su casa» refiriéndose a otra mujer Nifas de Laodicea(Col4,15), se estaba refiriendo a las personas que presidían esa iglesia.Aquila y yo adoptamos una práctica común a much@s misioner@s igual que lo hicieron -«los otros apóstoles»(1Co9,5), que era viajar como pareja y reunir a los convertid@s en las iglesias domésticas .

Estas tenían una doble misión: celebrar la Cena del Señor y ser el lugar de la formación cristiana de la comunidad, pues en los comienzos aún no se había dividido la diakonía de la mesas y de la palabra..El caso de Pablo era distinto pues él se sentía llamado «no a Bautizar sino a predicar el Evangelio» y por eso no se centraba en la construcción de la comunidad, sino en el aliento que les prestaba con sus visitas y cartas.

Formar y presidir una comunidad, significaba- tanto ayer como hoy no sólo ofrecer la casa sino «saber hacer comunidad y enseñar a vivirla».¿Eso qué conlleva?. Por si os sirve de algo compartimos algo de lo que significaba para nosotros:

 Hacer relevante la Buena Noticia en cada momento Velar por la unidad en la diversidad.

 Saber discernir en la comunidad la voz del Espíritu y los dones de ésta sobre los que construir los ministerios que,en cada momento, se necesitan para el bien común y para cumplir la misión de Jesús.

 Buscar los formas más adecuadas de organizarse la comunidad cuando ésta crece y/ o cambia.

 Saber hacer partícipes a l@s demás de los problemas y necesidades de un@s y otr@s. Procurar que las celebraciones, la enseñanza de las tradiciones sobre Jesús, fueran atendidas implicando atod@s .

 Alentar la preocupación por el bien común y el amor fraterno, el cuidado mutuo y el compartir nuestros bienes con quienes más lo necesiten..

 Buscar junt@s cómo hacer verdad, en nuestra sociedad, el proyecto de Jesús de un mundo fraterno y justo.2.3 Febe la “diákono” de la Iglesia de Cencreas (Rom 16,1-2)Febe es una de las pocas mujeres reconocida públicamente por Pablo como dirigente de una de las Iglesias cristianas.

No era la única pero ahí ha quedado su nombre como claro testigo de una realidad que hoy cuesta trabajo reconocer y acoger. Es la única persona de la literatura paulina que lleva una carta oficial (synhistémi) de recomendación.

Pablo escribió esta carta a los Romanos hacia el año 55 y en ella se dice a la comunidad algunas cosas de ella. En primer lugar, les pide que la acojan como conviene a los santos, ya que es una «hermana creyente» y además les recomienda que le ayuden en todo lo que necesite. Pablo en dos renglones (v.1-2) expone las razones para justificar este ruego: porque ella es : «diákono» y «prostatis».Estas dos palabras se han traducido de diversa manera según el sujeto sea masculino o femenino. Para una aproximación a la importancia de las mujeres en las comunidades de Pablo recomiendo el reciente artículo de E. ESTÉVEZ, “El poder de significar de las mujeres en la comunidades de Pablo” en:C. BERNABÉ (ed.), Mujeres con autoridad en el cristianismo antiguo, Verbo Divino 2007.

También M.MACDONALD, Las comunidades paulinas, Sígueme, Salamanca 1994; Las mujeres en el cristianismoprimitivo y la opinión pagana, Verbo Divino 2004.23De todos modos ya son hoy muchos los exégetas varones –y no sólo mujeres– que expresan con toda claridad que no se me puede negar el reconocimiento del papel de liderazgo que Febe ha realizado en la iglesia. Primero el título de «diákono».¿Qué significa esta denominación? ¿Es un servicio cualquiera o un oficio estable?

Los investigadores lo consideran un oficio estable, no es este el momento de hacer un estudio exhaustivo del término, pero es importante caer en la cuenta de que cuando Pablo, en otras cartas, utiliza este mismo término de diakonos para referirse a sí mismo o a otro dirigente varón, los exégetas no dudan en traducirlo como «ministro» «diácono», «misionero» (Cf. Flp 1,1;1Co3,5,9; 2Co 6,1; 1Tes 3,2). Si con este término se designa a ministros de la Iglesia (Pablo, Apolo, Timoteo, Tìquio o Epafras)¿por qué aquí va a tener un significado distinto por el mero hecho de que una mujer sea el sujeto de esa denominación?.

Hubo mujeres diakonos en la Iglesia primitiva, y Febe era reconocida por Pablo como tal es decir con la función oficial de ministra, misionera,predicadora oficial de la Iglesia de Cencreas y no «diaconisa» de las mujeres, título posterior de la Iglesia del siglo III y IV.Pero Pablo no dice sólo que era diácono sino también que soy»prostatis» de muchos y también de él.¿Qué significa este nombre?.Antes de hacer un análisis de este término en las cartas de Pablo quiero que sepas que las últimas investigaciones sociológicas y el estudio de la antropología cultural van sacando a la luz datos hasta ahora desconocidos. En la sociedad grecorromana eran frecuentes agrupaciones sociales y religiosas formadas sólo por mujeres.

Éstas se reunían con frecuencia y llegaron a convertirse en fundadoras y patrocinadoras de asociaciones socialmente mixtas. Los cargos directivos en esas agrupaciones sociales y religiosas eran. también varones, entre otros habitualmente elegidos por un tiempo determinado y su influencia era inferior a la del benefactor de la asociación con quien a menudo los miembros mantenían una relación de»protegido».En este contexto hay que releer el nombre con el que Pablo la nombra: «prostatis».

Normalmente lo traducen como «ayudante», «protectora», como si sólo hubiese sido alguien que apoya económicamente a la comunidad y al propio Pablo. De nada ha servido que la literatura de la época dé al término la connotación de responsable,dirigente, presidente, gobernador. La mayoría de los estudiosos realizados por varones le han negado ese reconocimiento.

Sin embargo en 1Tes 5,12 el verbo «prostatein» es utilizado por Pablo para designar a una persona con autoridad en la comunidad y en 1Tim 3,4ss y 5,17 sirve para designar las funciones de obispo, diácono o anciano.Una vez más nos encontramos que un mismo término se traduce de manera distinta si el sujeto es un varón o una mujer. Hoy ya son varios los estudios que reconocen que, en el contexto de la carta a los cristianos de Roma (Rom 16,2) la responsabilidad que Pablo le reconoce tiene que ver con su liderazgo en el sentido jurídico de patrona (mujer que ejerce el patronazgo).

Por tanto ya es hora de reconocer la verdad de su responsabilidad y autoridad, que no se limitaba a la comunidad de Céncreas, sino que se extendía a otras muchas comunidades,incluso al mismo Pablo que mantenía conmigo una relación de protegido-protectora. Febe hoy nos dice: “Ser diákono y próstatis no era un honoro un privilegio para mí, era una llamada al servicio de la comunidad. Tuve que dedicar mucho tiempo a pensar, planear,prepararme para ejercer bien esa función de liderazgo, pero sobre todo tuve que empeñarme seriamente en dejar que mis criterios, pensamientos, interpretaciones de la realidad, se fueran configurando al aire de Jesús.

Era un trastrueque muy grande de valores, del modo de ver la vida, de abrirme a la realidad como éllo hizo, de aprender a nombrar lo real como él lo nombraba… es decir, tuve que ir dejando que mi cabeza se dejase alcanzar por el Espíritu de Jesús y me fuese configurando como hija y hermana.Sea cual sea vuestra identidad u orientación sexual, hoy quiero haceros una doble invitación: la primera, es abrir vuestra mente y corazón para dejaros configurar por los valores, criterios y perspectivas de Jesús, esto es lo nuclear de la vida cristiana; la segunda es que descubrir que, a pesar de todas las dificultades,en algunas comunidades cristianas se hizo verdad la comunidad de iguales es posible volver a recuperar ese rasgo nuclear cristiano. No dejéis de seguir luchando y confiando para que,algún día, la Iglesia de Jesús vuelva a ser una comunidad de iguales y que esa verdad se impongan en la sociedad.

Saludos a los hermanos y hermanas de vuestra comunidad. FEBE.

Hemos llegado al final de esta comunicación y ha llegado el momento de despedirnos de vosotr@s con quiénes hemos compartido algo de nuestra vida en los orígenes del cristianismo. Creímos en Jesús en medio de dificultades, persecucion ese innumerables desafíos. Seguir a Jesús no ha sido nunca fácil, pero merece la pena.

No siempre conseguimos que se reconocieran nuestros derechos de vivir en igualdad, peo no dejamos nunca de intentarlo.

Éramos parejas, mujeres y hombres insertos en nuestra sociedad y llevando adelante la vida de nuestras familias, pero junt@s, nos alentábamos para continuar sin decaer convencid@s de que la fe en Jesús y su proyecto era de verdad una Buena Noticia para nuestro tiempo.

Deseamos que esto mismo os suceda a cada una de las personas que estáis aquí y que alcance a todas las personas devuestras comunidades.Un abrazo fraterno y sororal de María Magdalena, Junia, Prisca y Aquila, Febe, y otras muchas mujeres fundadoras y tejedor@s de comunidad.