Estas 15 hectáreas de la ciudad vieja de Jerusalén son el centro del mundo para millones de personas en el mundo. Todos ellos podrían celebrarlo en una comunión reveladora, pero no lo hacen porque unos son árabes y otros judíos. Para ambos este lugar es sagrado, pero para cada uno lo es a su manera. De hecho, hasta se refieren a este sitio con distinto nombre: Explanada de las Mezquitas, para los árabes, Monte del Templo, para los judíos.
Los musulmanes lo consideran el tercer lugar más santo en el Islam (tras La Meca y Medina) y lo llaman Noble Santuario. También es el lugar más sagrado del judaísmo, ya que en el monte Moriá se sitúa la historia bíblica del sacrificio de Isaac.
Así, uno de los lugares más sagrados del mundo es hoy uno de los más conflictivos. Lo estamos viendo estos días, con una nueva escalada de violencia entre Israel y Palestina, que ha incluido ataques en Cisjordania y en Tel Aviv e intercambios de fuego con milicias en Gaza, Líbano y Siria.
Pero todo comenzó en la noche del pasado 4 de abril, cuando grupos de fieles musulmanes decidieron pasar la noche dentro de la mezquita de Al Aqsa, ubicada en la Explanada de las Mezquitas. Luego, la Policía de Israel lanzó granadas aturdidoras, gases lacrimógenos y utilizó balas de goma para desalojarlos. Hubo entre 350 y 500 detenidos (según las fuentes) y al menos 30 heridos.
Una plaza religiosa y sagrada
El lugar es hoy una plaza plana rodeada por muros de contención que se construyó durante el reinado de Herodes el Grande para una expansión del templo. Uno de esos muros es el de las Lamentaciones, sagrado para los judíos. Pero la plaza está dominada por tres edificaciones monumentales de principios del período omeya: la Mezquita de al-Aqsa, la Cúpula de la Roca y la Cúpula de la Cadena.
Las murallas y puertas herodianas, con adiciones hechas durante los períodos bizantino tardío e islámico temprano, atraviesan los flancos del monte. El sitio tiene nueve puertas por las que se puede salir, pero no entrar. Los musulmanes pueden acceder por todas ellas, pero el resto deben hacerlo por una gran pasarela de madera.
Según el acuerdo sobre Al Aqsa, toda la zona está bajo la protección y organización del Wafq, un órgano dependiente de Jordania. Aunque este país está formalmente a cargo de los lugares santos musulmanes de Jerusalén, cada puerta tiene un puesto de guardia de la policía israelí.
Historia del lugar, según las dos tradiciones
A la hora de explicar la historia de este punto de Jerusalén hay que acudir a los dos distintos relatos que hacen unos y otros. Sin embargo, están de acuerdo en una cosa: una gran roca que sobresalía del Monte Moriah es la Piedra Fundacional, el lugar donde todo comenzó. Esa roca está hoy en el interior de la Cúpula de la Roca.
Los musulmanes visitan este sitio sagrado todo el año, pero cada viernes durante el Ramadán, cientos de miles de musulmanes llegan a orar a la mezquita de Al Aqsa. Es lo que ha ocurrido en esta ocasión y que ha acabado en la enésima crisis entre Israel y Palestina.
Para los judíos, la importancia de la piedra reside en que señala el lugar elegido por el rey Salomón para construir el Primer Templo, que guardaba la venerada Arca de la Alianza. Para el Islam es una roca doblemente sagrada porque, afirman, fue allí donde Abraham (el Corán afirma que fue su hijo mayor, Ismael) se dispuso a sacrificar a su hijo y donde Mahoma ascendió a los cielos.
El Muro de las Lamentaciones
El muro occidental, conocido como Muro de las Lamentaciones, es lo que se conserva del último templo del Israel histórico, destruido por los romanos en el año 70. Según la tradición judía, es el sitio donde debería construirse el tercer y último templo en los tiempos del Mesías. Este muro es el lugar de plegaria más importante para los judíos.
Hoy es el punto más cercano donde pueden orar al Sancto sanctórum. Judíos de todo el mundo llegan para orar y acercarse a este lugar, que está administrado por el Rabino del Muro de las lamentaciones.
Termómetro de las tensiones Israel-Palestina
El Ramadán es el momento de mayor tensión del año en la Explanada de las mezquitas por la concentración de fieles. Pero ha habido ocasiones, como este 2023, que esa tensión se ha desbordado.
Echando la vista atrás, en octubre de 1990, en plena Primera Intifada, la amenaza de un grupo ultrarreligioso israelí de colocar la primera piedra de un nuevo templo provocó una revuelta palestina. La actuación de la Policía israelí en Al Aqsa desencadenó una masacre con una veintena de palestinos muertos.
En septiembre de 2000, tras la cumbre de Camp David, estaba vivo el debate sobre el futuro de Jerusalén. En ese contexto, Ariel Sharon, el entonces líder del Likud israelí, acudió a la zona exterior del recinto de la Cúpula de la Roca y la mezquita de Al Aqsa. La disculpa fue visitar un túnel arqueológico abierto bajo la Explanada y junto al Muro.
Comenzó así la Segunda Intifada. Duró cinco años y provocó miles de muertos. Del lado israelí, se convirtió en el tercer conflicto con mayor número de bajas en la historia del país. Del lado palestino, una parte importante de los fallecidos fueron menores de edad, fueron destruidas muchas de sus infraestructuras, se construyó un muro de separación israelí y algunas de sus ciudades fueron reocupadas.
De fondo, de quién es Jerusalén
Jerusalén es sagrada para judíos, musulmanes y, también, para cristianos. Los palestinos quieren que Jerusalén Oriental sea su capital. Israel reclama soberanía sobre la ciudad y asegura que es su capital tras tomar Jerusalén Oriental en 1967. Eso no es reconocido internacionalmente. O no lo era.
En diciembre de 2017, el presidente de Estados Unidos, entonces Donald Trump, anunció el reconocimiento oficial de su gobierno de la ciudad de Jerusalén como capital del estado de Israel.
En origen, tras la Segunda Guerra Mundial, el plan de reparto de la ONU para Palestina entre árabes y judíos establecía que Jerusalén debía convertirse en una ciudad internacional. Sin embargo, tras la primera guerra árabe israelí (1947-48), Jerusalén Oriental, y con ella la Explanada, quedaron en manos de Jordania, al igual que toda la orilla occidental del río Jordán (Cisjordania).
En 1967, en la Guerra de los Seis Días, Israel conquistó Cisjordania y con ella Jerusalén Este. De manera unilateral se anexionó esta parte de la ciudad y para despejar el acceso al Muro de las lamentaciones destruyó todo un barrio árabe.