La censura ha llegado a tal punto que un distrito escolar de Salt Lake City, la capital de Utah, ha ordenado que los estudiantes de primaria y secundaria no tengan acceso a la Biblia, el libro sagrado para los cristianos.
Hace unos meses, tras recibir una queja de unos padres, se tomó la decisión de prohibir su lectura, aunque los estudiantes de bachillerato quedaron excluidos de esta restricción. Según la justificación del distrito, la Biblia «contiene pasajes vulgares y violentos». Este hecho revela la epidemia de ignorancia que viven algunos lugares.
La queja especificaba que en el relato se describen escenas de incesto, prostitución, violación e infanticidio.
«El comité decidió mantener este libro en la biblioteca, pero solo permitirá su circulación entre los estudiantes adecuados para su edad«, justificó el distrito, sin especificar los pasajes considerados problemáticos.
Dado que esta medida proviene de Utah, el estado que alberga la mayor colonia de mormones y donde se encuentra la sede de la Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días (su denominación oficial), uno podría pensar que se trata de una guerra de religiones.
Sin embargo, ese no es el caso. La intolerancia no hace distinciones. El distrito escolar de Davis recibió una petición el viernes para poner en cuarentena el Libro del Mormón, su propia Biblia, para los estudiantes. Según los detractores, en su narrativa hay elementos con capacidad para traumatizar, como batallas, decapitaciones o secuestros.
«Abordaremos esta reclamación como cualquier otra que hayamos recibido y seguiremos las mismas regulaciones», afirmó Christopher William, director de comunicación del distrito, en declaraciones a CNN.
Ambas reclamaciones se produjeron después de que la legislatura estatal aprobara una propuesta para prohibir elementos «pornográficos o indecentes» en los entornos de las escuelas públicas, incluyendo sus bibliotecas. El gobernador republicano Spencer Cox firmó la ley en marzo de 2022.
Según el texto de la normativa, se prohíben ciertos materiales sensibles y se requiere la participación de los responsables de la educación escolar, incluidos los padres, para determinar si un material de instrucción se considera sensible.
Como informó el Salt Lake Tribune, el padre o la madre que presentó la queja contra la Biblia sostuvo que este libro sagrado carece de valores apropiados para los menores porque es pornográfico según la definición establecida en la nueva ley.
El denunciante agradeció a la legislatura de Utah y a la Organización de Padres Unidos «por hacer este proceso de mala fe mucho más fácil y mucho más diferente». En la queja oficial (en la que se ocultó el nombre), esta persona añadió que «ahora podemos prohibir todos los libros sin necesidad de leerlos o ser precisos al respecto».
¿Estaremos volviendo a los oscuros tiempos en los que Europa quemaba libros prohibidos?