La palabra «dinosaurio» no se encuentra en la Biblia porque esa palabra en realidad no existía para cuando se escribió el Génesis en 1513 a.C. Fue un termino inventado por el paleontólogo Richard Owen usando las palabras griegas δεινός (deinos= terrible) y σαῦρος (sauros=lagarto). El que no se haya utilizado en el relato de Génesis no significa que la Biblia niegue la existencia de esos animales, ni mucho menos. No debe desconcertarnos que se omitan datos que los lectores de tiempos antiguos no hubieran comprendido de todos modos.

Otra razón por la que no se menciona específicamente a los dinosaurios, es por la misma razón por la que no se menciona a los koalas, los gatos, los perros, etc. El relato no hace distinciones botánicas o zoológicas. ¿Pero por qué no hace mención de animales gigantes? La realidad es que había dinosaurios de todos los tamaños, no necesariamente gigantes. Génesis 1:24 menciona que Dios creó animales «salvajes» y «domésticos» designaciones que tenían sentido cuando Moisés escribió el relato.

Sin embargo, la Biblia si menciona y proporciona tres descripciones de bestias o dinosaurios bien conocidos como Leviatan, Bohemot y Zis. Estos monstruos sin duda alguna eran una especie de dinosaurio desconocida.

El Profesor Roy Mackal, biólogo americano, ha afirmado rotundamente que, en su opinión, Behemot podría ser una especie desconocida del dinosaurio vivo del cuello largo, similar al Diplodocus y al Apatosaurus.

Descripción de Behemot.

He aquí ahora, Behemot, al cual hice como a ti, que come hierba como el buey. 16 He aquí ahora, su fuerza está en sus lomos, y su vigor en los músculos de su vientre. 17 Mueve su cola como un cedro; entretejidos están los tendones de sus muslos. 18 Sus huesos son tubos de bronce; sus miembros como barras de hierro. 19 Es la primera de las obras de Dios; que sólo su hacedor le acerque su espada. 20 Ciertamente alimento le traen los montes, y todas las bestias del campo retozan allí. 21 Bajo los lotos se echa, en lo oculto de las cañas y del pantano. 22 Lo cubren los lotos con su sombra; los sauces del arroyo lo rodean. 23 Si el río ruge, él no se alarma; tranquilo está, aunque el Jordán se lance contra su boca. 24 ¿Lo capturará alguien cuando está vigilando? ¿Perforará alguien su nariz con garfios?

Descripción de Leviatan

Sacarás tú a Leviatán con anzuelo, o sujetarás con cuerda su lengua? ¿Pondrás una soga en su nariz, o perforarás su quijada con gancho? 3 ¿Acaso te hará muchas súplicas, o te hablará palabras sumisas? ¿Hará un pacto contigo? ¿Lo tomarás como siervo para siempre? ¿Jugarás con él como con un pájaro, o lo atarás para tus doncellas? ¿Traficarán con él los comerciantes? ¿Lo repartirán entre los mercaderes? ¿Podrás llenar su piel de arpones, o de lanzas de pescar su cabeza? (Job 41:1,2,3,4,5,6)

Aquel día el SEÑOR castigará con su espada feroz, grande y poderosa, a Leviatán, serpiente huidiza, a Leviatán, serpiente tortuosa, y matará al dragón que vive en el mar. (Isaías 27:1)

Descripción del Ziz

Conozco todas las aves de los montes, y el Ziz del campo me pertenece. (Salmos 50:11)

Es posible que algunos dinosaurios (y pterosaurios) hayan sido creados en el quinto período mencionado en Génesis, cuando la Biblia dice que Dios hizo “criaturas voladoras” y “grandes monstruos marinos”, y otros, en el sexto período. Si se tiene en cuenta la abundancia de vegetación que sin duda existía en el tiempo de los dinosaurios, habría sido muy apropiada la presencia de un número tan elevado de animales con un apetito voraz. (Génesis 1:20-24.) Una vez que los dinosaurios habían cumplido su propósito, Dios puso fin a su existencia. No obstante, la Biblia guarda silencio en cuanto a cómo y cuándo lo hizo. De lo que sí podemos estar seguros es de que los dinosaurios fueron creados por Jehová con un propósito definido, aunque de momento no comprendamos cuál fue ese propósito.

No vinieron por error, ni fueron producto de la evolución. Su súbita aparición en el registro fósil sin ninguna conexión con algún antecesor fósil y su desaparición sin dejar fósiles de transición, son pruebas en contra de la opinión de que tales animales evolucionaron de forma gradual. Por consiguiente, el registro fósil no apoya la teoría de la evolución. Al contrario, armoniza con el punto de vista bíblico de que la vida animal fue creada por Dios.