Siempre me he opuesto al fanatismo de cualquier clase, como a los extremos ideológicos que se encuentran en cada esquina con motivo de cualquier cosa, especialmente en religión o en política, porque a mi parecer, cada persona es libre de pensar y vivir como le sienta mejor. Soy admirador y respetuoso de la frase de gran ciudadano mexicano Benito Juarez: El respeto al derecho  ajeno, es la Paz. Sin embargo, muchas personas en nuestro país y fuera de él, tratan de imponer a otras su forma de pensar, irrespetando aquel principio grande y hermoso que nuestra constitución recoge en su artículo 4: Toda persona es libre en la República y para el caso que queremos tocar en esta ocasión, es pertinente citar también el Artículo 25 de la misma ley fundamental: Se garantiza el libre ejercicio de todas las religiones sin más límite que el trazado por la moral y el orden público.

Mis estimados lectores se preguntarán a que viene toda esta reflexión. Pues bien mis amigos, el tema obedece a que hemos leído que en Europa sucede un fenómeno migratorio muy fuerte de población africana esforzándose por arribar a Europa en busca de oportunidades de mejores condiciones de vida, lo cual nos parece legítimo y razonable, pero además de ello, paralelamente se ha dado el fenómeno –cultural si se quiere- que algunas etnias pretenden imponer en los países a los que llegan el cambio forzoso de religión y costumbres modificando leyes y sentimientos tradicionales por la religión creada por el líder Mahoma, posterior al Cristianismo, y con conceptos muy diferentes a la esencia de las enseñanzas de quien se sacrificara por la humanidad en la cruz.

Se ha sabido que en países como Holanda estos inmigrantes han hecho intentos de reformar las leyes para que los bienes de la Iglesia Católica, pasen a ser propiedad de la iglesia musulmana, y que los beneficios de las ayudas para la población católica, se trasladen a los musulmanes. En París, hemos observado luchas callejeras provocadas por fanáticos mahometanos pretendiendo imponer derechos a favor de sus feligreses en detrimento de los tradicionales católicos que por siglos han residido allí. ¿Y a cuenta de qué venimos con estos comentarios?

Pues mis amigos, no sé si ustedes han percibido que en el campo político se está desarrollando una lucha a gran nivel y capacidad en la que la mentira y la mala fe, basada en la corrupción desbordada ha tomado una proporción desmedida y subrepticiamente, la religión está tomando posiciones calladamente sin que los responsables de la defensa de la fe -por lo menos aparentemente- tomen anclas en puntos de defensa sólidos, y lejos de eso, distraigan -como lo hicieron en el pasado- con temas meramente políticos, los verdaderos temas de la fe religiosa. Temas de distracción, como si vamos a Roma a la Santificación de Monseñor, que si fue el Mayor el autor intelectual de la muerte, etc. etc., pero nada se dice de la amenaza del candidato musulmán, ni sus falacias ni negocios oscuros injustificables para endeudar a los contribuyentes.

La Jerarquía Católica, como los pastores Evangélicos deben pedir la iluminación del Altísimo para proteger a sus iglesias y más que todo a sus feligreses de la amenaza real que puede significar una dirigencia política inescrupulosa. Para muchos no hace falta mayor análisis  socio político de lo que está sucediendo. Se ha sabido de algunos políticos que ya indagan cómo y de que forma pueden incorporarse a la religión mahometana, como en su época ocurrió con la incorporación de personajes a la masonería, para poder de las mieles del poder. Así somos los salvadoreños, e incluso los humanos, pero eso no justifica ese proceder.

Ahora quisiéramos ver una real reacción de la jerarquía eclesial en este grave tema que de no hacerse nada, redundará en otra disminución de feligreses en la Santa Católica y Apostólica Iglesia Romana, y en las iglesias cristianas que de buena fe sobreviven en nuestro bendecido país.