El 28 de enero de este año, los veinticinco mártires cristianos muertos  y más de 111 heridos, oraban en el interior del templo, otros estaban fuera de la catedral de Joló, capital de la provincia de Sulu, región de mayoría musulmana del sur de Filipinas.

El año pasado sucedió en Santiago de Chile, donde quemaron cuatro iglesias católicas, antes del inicio de la visita del papa Francisco; en abril fue en un templo cristiano en Pakistán, al que lanzaron una bomba motolov; otro ataque similar a finales de 2017 dejó al menos una decena de muertos en ese país. En mayo de 2018, la persecución a cristianos se ubicó en Indonesia, ciudad de Surabaya, con un resultado de 13 muertos y docenas de heridos; por los ataques a un templo católico, uno protestante y uno pentecostal. En noviembre la desgracia llegó a Egipto, 11 fallecidos y dos decenas de heridos fue el saldo del ataque a un autobús con cristianos coptos.

En China, como en las primeras comunidades, las reuniones de los cristianos se celebran a escondidas por temor a represalias de agentes gubernamentales.

Muchas veces esos acontecimientos pasan inadvertidos; porque “esto no es noticia y por eso los telediarios, los periódicos no publican estas cosas”, dijo el papa Francisco en la misa del 1º de junio de 2018 en la capilla de santa Marta.

Sobre el martirio logo del siglo XXI, subrayó el Pontífice en esa oportunidad que “en muchos países los cristianos no tienen derechos: si tú llevas una cruz, vas a la cárcel y hay gente en la cárcel; hay gente condenada a morir por ser cristianos, hoy”; indicando que “el número es más alto que el de los mártires de los primeros tiempos. ¡Más!”.

La persecución “es una cosa de todos los días también hoy y hoy, más que en los primeros tiempos”, repitió el sucesor de San Pedro.

¿Qué hay detrás de cada persecución?

El papa enseña que en ese lugar “está el diablo, está el demonio que trata de destruir la confesión de Cristo en los cristianos y la imagen de Dios en el hombre y en la mujer”. Ante tamaño peligro la actitud que se debe de adoptar es la acogida por los primeros cristianos, recordada por Benedicto XVI en la Audiencia General del 18 de abril de 2012:

“Frente al peligro, a la dificultad, a la amenaza, la primera comunidad cristiana no trata de hacer un análisis sobre cómo reaccionar, encontrar estrategias, cómo defenderse, qué medidas adoptar, sino que ante la prueba se dedica a orar, se pone en contacto con Dios. Y ¿qué característica tiene esta oración? Se trata de una oración unánime y concorde de toda la comunidad, que afronta una situación de persecución a causa de Jesús”.

Demos un paso más, dijo el 265.° papa de la Iglesia católica: “¿Qué pide a Dios la comunidad cristiana en este momento de prueba? pide sólo que se le conceda «predicar con valentía» la Palabra de Dios (cf. Hch 4, 29), es decir, pide no perder la valentía de la fe, la valentía de anunciar la fe”.