El papa Francisco dijo que decidió abrir los archivos vaticanos sobre el pontificado de Pío XII, que transcurrió durante la Segunda Guerra Mundial y que fue acusado por los judíos de guardar silencio sobre el Holocausto.

Afirmando que «la iglesia no tiene miedo de la historia», el papa de origen argentino dijo a los empleados del Archivo Secreto del Vaticano que los documentos que abarcan el pontificado de Pío XII, entre 1939 y 1958, se abrirán a los investigadores el 2 de marzo de 2020.

El Vaticano suele esperar 70 años después del final de un pontificado para abrir los archivos relativos a esa época. La Santa Sede recibió presiones para hacer que la documentación de esta época esté disponible antes, mientras los sobrevivientes del Holocausto siguen vivos.

La institución ha defendido al papa alegando que empleó la diplomacia secreta para intentar salvar vidas.

Las acciones de Pio XII serán analizadas con detalle como parte de los esfuerzos para decidir sobre su canonización.

Pío fue elevado al trono el 2 de marzo de 1939, seis meses antes del estallido de la Segunda Guerra Mundial. Falleció el 9 de octubre de 1958, en la casa de descanso papal en Castel Gandolfo, cerca de Roma.

Los archivistas vaticanos ya habían empezado a preparar la documentación sobre Pío en el 2006 a pedido del entonces papa Benedicto XVI.

Francisco declaró que la Iglesia saldrá fortalecida de una examinación histórica de los papeles, afirmando que Pío «fue criticado, se podría decir, con cierto prejuicio y exageración».

«La Iglesia no tiene miedo de la historia. Al contrario, la ama y quiere amarla todavía más, como ama a Dios», dijo Francisco al personal del departamento de archivos.

«Por ello, con la misma confianza que mis predecesores, declaro abierta y entrego a los historiadores este patrimonio de documentación», agregó.

Aseguró que la investigación histórica examinará el legado de Pío «con la crítica apropiada».

El papado de Pío, aseguró, incluyó momentos de «graves dificultades, decisiones atormentadas de prudencia humana y cristiana, que algunos podrían interpretar como reticencia».

Las gestiones de ese papado, expresó, deberían ser vistas como intentos de «de mantener encendida, en los períodos más oscuros y más crueles, la llama de las iniciativas humanas, de la diplomacia oculta pero activa».