Las dos solicitudes de concesiones para operar estaciones de radio y televisión que han presentado los líderes de veinte grupos religiosos al presidente Andrés Manuel López Obrador se inscribe en el conjunto de estrategias usadas por grupos evangélicos por toda América Latina para hacer crecer el número de su feligresía, y si bien obedecen a una lógica proselitista, no se reducen a esta sola intención.

A decir de Renée de la Torre, investigadora del Centro de Investigaciones y Estudios Superiores en Antropología Social Occidente (Ciesas Occidente), lo que anima las acciones públicas de muchas de las distintas congregaciones evangélicas es una “guerra espiritual”, que estos grupos religiosos libran contra una agenda pública que consideran que van contra los preceptos de su fe, agenda en la que se encuentran la despenalización del aborto, el matrimonio homosexual y la ideología de género, principalmente.

Las libertades sexuales y reproductivas que combaten algunos de los grupos evangélicos forman parte del corpus de derechos civiles que cobraron relevancia en la opinión pública a partir de la década de los 70, y que actualmente son políticas públicas en muchos países o está en discusión su integración.

La académica del Ciesas, estudiosa del fenómeno religioso en México y América Latina, señaló en entrevista con El Economista que la irrupción en la vida pública de las libertades sexuales y reproductivas llevó a las iglesias evangélicas a tomar la decisión de ir más allá de los muros de los templos, a los que hasta entonces habían limitado el culto, sin tener interés de participar de las “cosas del mundo” —acotó de la Torre—, y tomar acciones contra lo que consideran va contra los principios de su fe. De ahí que a partir de los años 70 se registre un crecimiento progresivo de su número en varios países de América Latina.

Así, el tener en propiedad medios públicos, participar en la política apoyando o postulando candidatos que son afines con sus valores y que impulsarán su agenda incidiendo en leyes y políticas públicas, forman parte de la estrategia de esta “guerra espiritual”, que a la par les ha ganado adeptos, muchos de ellos venidos de las filas del catolicismo.

Diversidad en agendas ideológicas

Pero no todas las congregaciones que se agrupan bajo la denominación de cristianismo evangélico comparten estas ideas.

“Los evangélicos son muchas congregaciones que no están todas articuladas ni piensan igual; hay muchas divisiones de liderazgo, distintas formas de organización”, dijo la investigadora, y apuntó que una de las divergencias más importantes entre estos grupos es su postura ante la laicidad y al papel político de la religión.

La Confraternidad Nacional de Iglesias Cristianas Evangélicas (Confraternice) es una asociación de congregaciones evangélicas que surge tras la reforma Constitucional de 1992 y de la promulgación de la Ley de Asociaciones Religiosas y Culto Público en México, que se opone a la despenalización del aborto, el matrimonio homosexual y la ideología de género. Los dirigentes de  Confraternice han formado parte de las comitivas que han presentado a AMLO la solicitud de concesiones de radio y televisión.

Caso contrario, expuso de la Torre, es el caso de la iglesia La Luz del Mundo, la más importante congregación evangélica mexicana. Esta congregación, a diferencia de las agrupadas en Confraternice, ha asumido la defensa formal y activa del Estado laico, a través de su participación en foros e incidiendo o en el Congreso con diputados salidos de entre las filas de sus fieles.

Sobre la heterogeneidad ideológica y de objetivos presente entre las distintas congregaciones evangélicas que no es privativa de las que se encuentran en territorio nacional, tómese el caso ejemplar de Brasil, el país con el mayor número de evangélicos en el mundo.

En Brasil —con una población total de 209 millones de habitantes— el número de evangélicos se acerca a los 50 millones de personas, pero las diferencias entre sus diversas iglesias son importantes. Ejemplo de ello es Marina Silva, que fue candidata presidencial en las pasadas elecciones de Brasil en las que se enfrentó a Jair Bolsonaro, pertenece a la Iglesia Asambleas de Dios —pentecostal— y es conocida por su discurso ecologista y feminista. En cambio, iglesias neopentecostales conservadoras dieron su apoyo a Bolsonaro por ser afines a su agenda de la defensa de la familia, antiaborto y contraria al matrimonio homosexual. Los analistas consideran que el apoyo de estas iglesias fue decisiva en la victoria electoral de Bolsonaro.

Y aunque las congregaciones evangélicas están usando estrategias similares, el peso de estos grupos en México no se compara con el que tienen en otros países de América Latina.

Evangélicos, en números

Datos de 2014 del Pew Research Center indican que México tiene la menor proporción poblacional de evangélicos de toda América Latina, luego de Paraguay; ambos países son aún predominantemente católicos. En Paraguay, 89% de las personas se dijeron católicos y 7% protestante; en México, con una población mucho mayor a la del país sudamericano, los porcentajes son 81% de católicos y 9% de protestantes.

Se debe considerar que la población de evangélicos se incrementa en gran medida gracias al fenómeno de las deserciones del catolicismo; los creyentes latinoamericanos que dejan las filas de la iglesia Católica, en su mayoría lo hacen para afiliarse a alguna de las congregaciones evangélicas, como lo muestra otro estudio del Pew Research Center. Con todo, de la Torre no considera que los nuevos censos en el país reflejen un crecimiento significativo de la población de evangélicos, o no tanto como lo han manejado algunos de sus líderes, entre los que se encuentran Hugo Eric Flores Cervantes, presidente del Partido Encuentro Social (PES), o Arturo Farela, presidente de la Confraternice.

Para la especialista, un motivo de que la población de evangélicos en México no haya crecido a la par de como lo ha hecho en gran parte de los países en América Latina, es que las asociaciones religiosas en el país no tienen acceso a las concesiones de medios. En Brasil, por ejemplo, la Iglesia Universal del Reino de Dios (IURD, “Pare de Sufrir”), es dueña de medios de comunicación, que incluyen periódicos, estaciones de radio y de televisión. En Honduras, donde poco más de 40% de la población pertenece a una congregación evangélica —y que supera a la población católica—, no es raro que iglesias cristianas sean dueñas de medios.

Y si bien las distintas reformas en materia religiosa en el país desde la de 1992 han significado avances para las asociaciones religiosas, hasta ahora ninguna les permite tener en propiedad concesiones de radio y televisión. El motivo, según Renée de la Torre, es el carácter laico de la Constitución mexicana. La Constitución de México garantiza la laicidad, de forma que la religión no intervenga en cuestiones públicas y de estado, explicó la académica.

AMLO y los símbolos religiosos

Con lo expuesto, se puede entender lo que motiva la solicitud de concesiones de medios y la cercanía con el presidente López Obrador de los grupos evangélicos, pero con números poco significativos de votantes —baste recordar que el PES perdió el registro nacional como partido por la baja votación—, ¿cuál puede ser el interés de AMLO de relacionarse con ellos?

Los grupos evangélicos cuentan con una gran capacidad organizativa y de acción, señala Renée de la Torre. En el país, han operado exitosos programas de combate a las adicciones entre los jóvenes. Aquellos a quienes atiende, deben dejar el consumo de toda droga, y seguir una vida observante de preceptos morales, bajo el entendido de que lo que subyace a esta problemática es una crisis de valores.

La profesora investigadora del Ciesas Occidente indica que los grupos evangélicos le han ofrecido a AMLO coadyuvar en la solución de la crisis moral que el presidente ha diagnosticado, para crear una mejor sociedad.

La cercanía de AMLO con estos grupos se verifica cada vez que el presidente incluye en los discursos de las conferencias mañaneras citas o referencias de pasajes bíblicos, dijo la investigadora. En su opinión, el presidente maneja símbolos religiosos reconocibles por las congregaciones evangélicas para ganarse su simpatía política. Pero esto no se reduce a esta sola fe. De la Torre indica que el ritual en el que el presidente recibió el bastón de mando de parte de grupos indígenas se inscribe en esta misma estrategia. “El presidente tiene la idea clara de instrumentar los símbolos religiosos para ganar adeptos políticos”, finalizó.