Los cristianos nos unimos al gozo y celebración de este importante día para la nación de Israel, pues en 1948 David Ben-Gurión proclamó el fin del Mandato Británico y el nacimiento del Estado de Israel, un acontecimiento que provocó todo tipo de reacciones entre las naciones y pueblos de la tierra, admiración y asombro en unos, alegría en otros y evidentemente enojo y furia en algunos, lo que provocó una guerra.

Para entenderlo mejor, debemos mirar a las Escrituras, pues en ellas encontramos siempre lo que el Señor ha anunciado que sucedería de manera profética.

Isaías 66:7-11 »Aun antes de que comenzaran los dolores de parto, Jerusalén dio a luz un hijo.

8¿Acaso alguien ha visto algo tan extraño como esto? ¿Quién ha oído hablar de algo así?

¿Acaso ha nacido una nación en un solo día? ¿Acaso ha surgido un país en un solo instante? Pero para cuando le comiencen los dolores de parto a Jerusalén, ya habrán nacido sus hijos.

9¿Llevaría yo a esta nación al punto de nacer para después no dejar que naciera? — pregunta el Señor—.

¡No! Nunca impediría que naciera esta nación —dice su Dios—.

10»¡Alégrense con Jerusalén! Gócense con ella, todos ustedes que la aman y ustedes que se lamentan por ella.

11Beban abundantemente de su gloria, como bebe un pequeño hasta saciarse de los pechos consoladores de su madre». NTV.

El pueblo judío esperaba las promesas de restauración y retorno al Eretz Israel, lo que nadie imaginaba es que sería muy poco tiempo después de terminar las atrocidades de la Segunda Guerra Mundial en la que el nazismo exterminó a 6 millones de judíos, pero lo que nadie respiró es que el Señor ya lo había anunciado tan solo unos versículos atrás: Isaías 66:4 Yo les enviaré grandes dificultades: todas las cosas que ellos temían.

Lo interesante es la forma en que el Señor plantea la solución que es tan extraña que aparece imposible, se antoja más como una novela o una leyenda que algo real, como algo que se posible en el contexto de la política internacional, que una nación nazca en un solo día, lo cual sucedió tal cual, y hoy ya no se ve como un cuento o una novela, sino como parte de los acontecimientos que relata la historia.

Si los cristianos evangélicos vivieron creyendo y esperando el cumplimiento de la profecía desde el siglo XVI hasta principios del siglo XX, tenían uña certeza de que eso ocurriría y así lo predicaban, los que hoy estamos con vida nos alegramos de ver el cumplimiento de esta hermosa promesa y no solo eso, sino que además tenemos el privilegio de ver en Israel el cumplimiento de ser luz de las naciones por medio de sus aportaciones, descubrimientos e inventos en favor de la humanidad.

Un país con apenas 72 años de historia moderna, pero rico en historia milenaria, que logró resucitar el hebreo y hacerla su lengua oficial, un pueblo que habiendo estado muerto se ha levantado dando cumplimiento a otra extraordinaria profecía escrita en Ezequiel 37, conocida como el Valle de los Huesos Secos, pero solamente citaré los versos del 11 al 14 “11Luego me dijo: «Hijo de hombre, estos huesos representan al pueblo de Israel. Ellos dicen: “Nos hemos vuelto huesos viejos y secos; hemos perdido toda esperanza. Nuestra nación está acabada”. 12Por lo tanto, profetiza y diles: “Esto dice el Señor Soberano: ‘Oh pueblo mío, abriré las tumbas del destierro y haré que te levantes. Luego te regresaré a la tierra de Israel. 13Cuando eso suceda, pueblo mío, sabrás que yo soy el Señor. 14Pondré mi Espíritu en ti, volverás a vivir y regresarás a tu propia tierra. Entonces sabrás que yo, el Señor, he hablado y que he cumplido mi palabra. ¡Sí, el Señor ha hablado! ”».

Así que en este día, podemos decir: ¡Felicidades Israel! ¡Mazel tov Israel!

Nuestra oración es que el Eterno bendiga a Israel y al pueblo judío en toda la tierra.