El reino ha levantado polémicas entre la comunidad estudiosa del campo religioso en América Latina. Primero aconteció en Argentina, de donde es originaria la serie, y después en otros lugares de la geografía latinoamericana.
Los creadores de la ficción, Claudia Piñeiro y Marcelo Piñeyro (mismo apellido pero lo escriben de forma distinta), develan al inicio cuál será el hilo conductor de la serie transmitida por Netflix. Lo hacen cuando aparece en pantalla una frase de Antonio Gramsci: “El viejo mundo muere, el nuevo tarda en aparecer, y en ese claroscuro… surgen los monstruos”. Advierten que la producción trata sobre los monstruos religiosos y políticos que se confabulan para encaramarse en las instituciones del Estado. Se agradece la sinceridad, no ocultan desde dónde miran a la pareja pastoral y su comunidad: la Iglesia de la Luz. Todos miramos la realidad desde algún espacio, el que esté libre de lugar epistemológico que tire la primera piedra. De ser así, es necesario evaluar nuestro conocimiento situado y estar dispuestos a criticarlo.
¿Es evangélica la Iglesia de la Luz representada en la fábula de El reino? Depende en gran medida de la definición que demos al ser evangélico. Remito a quienes tengan interés en el asunto al intento de definición del colectivo evangélico que hice en estas páginas (https://www.jornada.com.mx/2021/08/ 25/opinion/019a2pol ).El grupo religioso y su liderazgo representado en la serie pudiese describirse como “paraevangélico” o quizá “posevangélico”. Guarda ciertos puntos de contacto con el protestantismo evangélico, a la vez que incorpora creencias y prácticas ajenas al mismo. El modelo teológico, eclesial y sus derivaciones políticas que impulsa el matrimonio que dirige con intensidad verticalista la hipotética Iglesia de la Luz es el impulsado por la Iglesia Universal del Reino de Dios, que se ha expandido desde Brasil a toda Latinoamérica.
Pablo Semán, sociólogo y antropólogo argentino con larga trayectoria en la investigación de las culturas populares y su compleja imbricación con las religiosidades, una de cuyas obras de aparición reciente cuestiona los acercamientos tradicionales para explicar el crecimiento evangélico ( Vivir la fe. Entre el catolicismo y el pentecostalismo, la religiosidad de los sectores populares en la Argentina, Siglo Veintiuno Editores), considera que “la serie, más que evidenciar esa influencia [evangélica en los sectores populares], la presenta distorsionadamente como existencia presunta de un voto confesional (cosa que en Argentina no hay). Yo veo la influencia evangélica en la cultura en la popularización de un vocablo como ‘rescatarse’, que es un aporte evangélico a la lengua popular. Claro que también la veo en discusiones como las de la interrupción voluntaria del embarazo. Y la serie hace esto a la par que demoniza a las personas evangélicas. Lo asombroso es que la analogía con el caso de Brasil (donde las cosas tampoco ocurren como lo subtiende la serie) implica una forma de pensar que las antropólogas feministas que más contribuyen a pensar y presentar la diferencia cuestionarían” (https://www.infobae.com/cultura/2021/ 09/04/pablo-seman-los-grupos-evangelicos-no-son-las-entidades-demoniacas-que-describen-las-series/).
Es cierto que no obstante con presencia consolidada de 160 años o más, dependiendo de cada país latinoamericano, al pueblo evangélico, desde distintos espacios “canónicos”, que se consideran legítimos y con el derecho de legitimar, o no, a otros, se le cuestiona su mera existencia en estas tierras. Al respecto, Pablo Semán apunta: “Quienes observen este fenómeno [el de la pluralización religiosa] en una temporalidad más larga podrán darse cuenta de que el contenido de El reino coincide casi punto por punto con los discursos que tenían algunos sectores del catolicismo hace 40 o 50 años ante la emergencia de lo que para ellos era la ‘invasión de las sectas’. El público secularizado y militante de la secularización transita, sin saberlo, el mismo surco que transitó el catolicismo y que no lo llevó muy lejos en su intención de erosionar o acotar el crecimiento evangélico”. La teoría de la invasión puede dejar satisfechos a sus propagadores, pero no entiende ni explica la movilidad religiosa que tiene lugar cada día en América Latina.
Los abusos de todo tipo que perpetran el pastor Emilio y su esposa Elena amparados por un manto de santidad sí acontecen dentro de comunidades religiosas evangélicas o posevangélicas. La vulneración de la integridad de las personas y sus derechos son posibles por la concatenación de múltiples factores, realidad de la que sacan provecho vivales abusadores. Tal vez, en lugar de usar la frase de Gramsci, los creadores de El reino habrían hecho bien al citar Mateo 7:15, donde Jesús advierte: “Cuídense de esos mentirosos que pretenden hablar de parte de Dios. Vienen a ustedes disfrazados de ovejas, pero por dentro son lobos feroces”.