En un folleto editado por la Obra Bíblica Católica y titulado: “Mundo y ambiente de la Biblia”, encontramos algunos párrafos dedicados a la Navidad que ponen al descubierto no de forma explicita, pero sí orientativa, los orígenes de la Navidad. Allí leemos: “Durante los primeros 300 años, los cristianos no tuvieron motivo para celebrar con una fiesta, el Nacimiento de Jesús”. Es decir, que durante 300 años pudo existir el cristianismo sin una fiesta que hoy nos parece imprescindible.
¿Pero qué aconteció en el siglo IV para que se comenzara con esta tradición que a la vista queda, no dejó instaurada Jesús? Parece ser que el dios-Sol Mitra se convirtió en un formidable rival de Jesús, quien, según dice la tradición, nació de una Virgen y era representado con unos brillantes rayos sobre su cabeza, casualmente fue en esa época cuando se comenzó a representar la imagen de Cristo también con unos rayos sobre su cabeza, imagen que el emperador Constantino también utilizó para sí. El emperador, que prohibió la herejía y el paganismo, no obstante, permitió a comienzos del siglo IV que la incipiente Iglesia católica escindida de los primeros cristianos originarios, sí incorporaran costumbres, relatos y prácticas de otras religiones, lo que les debía servir para obtener ventaja frente al arrasador poder de Mitra. Todo el plagio del culto a Mitra incorporado al cristianismo se utilizó por lo tanto como una estrategia para atraer a más personas a las iglesias.
En la Enciclopedia de Costumbres religiosas (Charles Panati) leemos: “La idea de celebrar el Nacimiento del Señor el 25 de Diciembre fue una astuta estratagema de los padres de la Iglesia que querían eclipsar la festividad de una religión rival y pagana, la del culto a Mitra, ya que este también cumplía años supuestamente en diciembre. No hay que perder de vista que antiguamente nadie conocía la fecha exacta de su nacimiento y que casi nadie se interesaba por este asunto. Los natalicios no tenían importancia. Valían eso sí, los aniversarios de muerte». Con esto una vez más se pone de relieve que para los primeros cristianos, la celebración del Nacimiento de Jesús no era relevante, para ellos, lo importante fue saber quién fue Jesús de Nazaret, qué trajo a la humanidad y cómo vivió, no cómo nació.
Curiosamente, el culto a Mitra llevaba aparejado ruidosas fiestas por el solsticio de invierno, cayendo en notables exageraciones como las que vivimos actualmente. Además, esta fiesta pagana en que se ha convertido el Nacimiento de Jesús de Nazaret va unida a mucha muerte: los árboles navideños son tal vez la muerte más inofensiva, sin embargo, qué se puede decir de la orgía carnívora que se lleva a cabo por Navidad en donde millones de animales han de morir para que nosotros, las personas, podamos celebrar la Navidad “como corresponde”. Esto sigue recordando una vez más a los cultos de sacrificio de la antigüedad en donde, sin embargo, Dios decía una y otra vez: “Vuestros sacrificios son para mí, una atrocidad”.