Agresiones «físicas y verbales» contra sacerdotes; ataques a iglesias; actos de vandalismo y profanación contra lugares sagrados; intimidación continua de la libertad de culto: son innumerables los episodios de violencia contra los cristianos perpetrados por «grupos radicales marginales en toda Tierra Santa».
Esta denuncia procede de los Patriarcas y jefes de las Iglesias de Jerusalén que, en un comunicado, subrayan cómo esta grave situación se viene produciendo desde 2012, acabando por representar «un intento sistemático de expulsar a la comunidad cristiana» de toda la región, a pesar de ser «parte integrante del tapiz de la comunidad local».
Frenar a los grupos radicales que intimidan a los cristianos
Los representantes religiosos también expresaron su «grave preocupación» por «la incapacidad de los políticos locales, los funcionarios y la policía para frenar las actividades de los grupos radicales que regularmente intimidan a los cristianos locales, atacan al clero y profanan los lugares sagrados y las propiedades de la Iglesia».
No sólo eso, la nota conjunta señala que los radicales «siguen adquiriendo propiedades estratégicas en la vecindad de los cristianos, con el objetivo de disminuir drásticamente su presencia», a menudo utilizando «tratos por debajo de la mesa y tácticas de intimidación para desalojar a los residentes de sus hogares y perturbar aún más las rutas históricas de peregrinación entre Belén y Jerusalén».
La peregrinación es un derecho cristiano
Pero «la peregrinación es un derecho de todos los cristianos del mundo», subrayan los Patriarcas y jefes de las Iglesias de Jerusalén, «y aporta grandes beneficios a la economía y la sociedad de Israel».
Como destaca un reciente informe de la Universidad de Birmingham, de hecho, «la peregrinación y el turismo cristianos aportan 3.000 millones de dólares a la economía israelí». El tema es especialmente actual: hasta el 22 de diciembre, de hecho, el gobierno israelí ha establecido una prohibición de entrada en el país, para frenar la propagación de la pandemia de Covid-19, en particular la variante Omicron.
Pero esto también impide la llegada de peregrinos. Y no sólo eso: la comunidad cristiana local, «aunque pequeña y cada vez más numerosa», proporciona «una cantidad desproporcionada de servicios educativos, sanitarios y humanitarios en las comunidades de Israel, Palestina y Jordania».
Nadie debería vivir bajo amenaza o intimidación
Por ello, de acuerdo con el «compromiso declarado de proteger la libertad religiosa por parte de las autoridades políticas locales de Israel, Palestina y Jordania», los representantes religiosos piden «un diálogo urgente» con dos objetivos: hacer frente a los desafíos que los grupos radicales de Jerusalén plantean tanto a la comunidad cristiana como al Estado de Derecho, para garantizar que «ningún ciudadano o institución debe vivir bajo la amenaza de la violencia o la intimidación»; e iniciar las discusiones sobre la creación de «una zona cultural y patrimonial cristiana especial para salvaguardar la integridad del barrio cristiano de la Ciudad Vieja de Jerusalén».
De este modo, concluye la nota, será posible preservar «su carácter y patrimonio únicos», en beneficio de «la comunidad local, nuestra vida nacional y el mundo entero».