Cuando su padre falleció hace un año, Hoda Nasrala se dio de bruces con una realidad inesperada: a pesar de pertenecer a la minoría cristiana egipcia, debía someterse a los preceptos de la «sharia» (legislación islámica) y -según sus dictados- recibir la mitad de la herencia que sus hermanos varones. «Todo comenzó con el documento que es imprescindible presentar para proceder al reparto de la herencia y la distribución de las propiedades y el dinero», relata esta abogada de derechos humanos desde su oficina, en una fría mañana del invierno cairota. «En el momento de proceder al trámite, solicité que el reparto de la herencia fuese igualitario con el plácet de mis hermanos y conforme a un artículo de la Constitución egipcia, que reconoce que estos asuntos deben regularse según los provisiones de la comunidad religiosa a la que se pertenezca», rememora.

La respuesta a sus esfuerzos, sin embargo, resultó rotunda. «Las autoridades consideraron que debía aplicarse la ‘sharia’ y desestimaron entonces mi petición», apunta esta letrada de 40 años. Lejos de resignarse, Hoda inauguró entonces un litigio legal que -tres jueces después- acaba de concluir a su favor, en una decisión histórica. «Estoy feliz. Este fallo abre el camino a otras cristianas», admite. Decenas de compatriotas aguardan en los tribunales un veredicto similar. Desde la convulsa década de 1950, cuando el ejército derrocó la monarquía e instauró un régimen aún vigente, la minoría cristiana -que representa en torno al 8% por ciento de los 100 millones de egipcios- ha resuelto la transmisión de las herencias familiares en virtud de los preceptos del credo mayoritario. «En los años 40 del siglo pasado se elaboraron leyes que regulaban los derechos de herencia para las comunidades no musulmanas porque era una época en la que el país contaba con una población extranjera, cristiana y judía, muy importante. Todo eso se perdió una década después», confiesa Hoda.

Los feligreses cristianos de la tierra de los faraones, que siguen en su mayoría a la Iglesia Ortodoxa Copta, trataron de abrazar la unidad renunciando a la herencia igualitaria. «Hubo una presión para que la comunidad copta enfatizara su pertenencia a la identidad nacional de Egipto. Esa presión se trasladó a la apuesta por la norma general que regulaba las herencias, derivada de la legislación islámica. Lo contrario se hubiera observado como un intento de diferenciarse», comenta la protagonista de un triunfo legal que confirma ahora el derecho de los cristianos a repartir el patrimonio de sus padres conforme a sus propias reglas. «Lo que sucedió durante mucho tiempo es que se aceptaba la división estipulada por la ‘sharia’ y luego en privado hermanos y hermanas se repartían propiedades y bienes de manera igualitaria, fuera de la legalidad», evoca Hoda.

Un hábito que el tiempo, no obstante, comenzó a erosionar. «La comunidad copta comenzó a enfrentarse a otro desafío. Los miembros varones de algunas familias quisieron salvaguardar ese privilegio y empezaron a rechazar las prácticas informales que garantizaban hasta entonces la igualdad. Simplemente alegaron que era el dinero que el Estado les entregaba y lo que establecía la legislación», denuncia la abogada que no cejó en su empeño pese a la negativa que cosechó cuando trasladó su demanda a una corte de casación. «El primer fallo rechazó mi petición y ratificó la aplicación de la ‘sharia’, que suponía que mis dos hermanos heredarían el doble que yo. Volvimos a recurrir la decisión y un segundo magistrado entendió mi solicitud y determinó que al estar de acuerdo todos los miembros de la familia, se podía aplicar la norma cristiana«.

«LA IGLESIA DEBERÍA APOSTAR POR LA HERENCIA IGUALITARIA»

Su victoria en firme ha sido aplaudida por los medios de comunicación estatales, para sorpresa de la litigante. «Ha tenido un eco muy positivo en la prensa a pesar de que se trata de una decisión judicial muy polémica. El mensaje principal ha sido que esto es una demanda estrictamente cristiana. Lo bueno es su efecto en la ley del estatus personal que se discute desde hace años en el seno de las comunidades cristianas. Las iglesias, desde la copta hasta la protestante, no deberían tener ahora miedo de apostar por la herencia igualitaria», avanza la abogada.

Al Azhar, la institución islámica con sede en El Cairo, no pone objeciones. «Las leyes egipcia e islámica no impiden la aplicación de otras jurisprudencias para las comunidades no musulmanas pero con ciertas condiciones, entre ellas, que todos los beneficiarios de esa herencia pertenezcan al mismo credo», replica a este diario Faqih Mohamed, profesor de Jurisprudencia Islámica en la Universidad de Al Azhar. «En este asunto en concreto, los cristianos terminaron sujetos a la ley islámica porque se cancelaron los consejos de notables y la pertenencia a distintas ramas cristianas les obligó a regirse por la ley general que es la ‘sharia'», arguye el académico, que no cuestiona la resolución adoptada en el litigio de Hoda.

No obstante, lograr que las musulmanas reciban el mismo patrimonio que sus hermanos varones se antoja aún una utopía. «No creo que puedan conseguirlo en este momento. En Egipto ya surgió ese debate cuando se discutió en Túnez una ley igualitaria en 2018. Entonces quedó claro que existía una gran resistencia, comenzando por Al Azhar. Muchas musulmanes llevan años librando esta batalla pero es una lucha aún más complicada que la nuestra como cristianas», concluye Hoda.